Yo soy así....¿y qué le voy a hacer? Soy diabético....es de familia. Soy hipertenso.... por la edad. Soy miedoso porque tuve una infancia traumática. Hace poco me escribió una amiga: "Yo soy fibromiálgica" Este tipo de expresiones niegan la salud. Este tipo de creencias cierran el acceso a la curación.
A veces la gente tan livianamente exclama: "Yo soy hipertenso desde hace 14 años y no puedo dejar la medicación porque me sube enseguida"."No puedo dormir sin las pastillas". "No puedo hacer yoga porque tengo artrosis de columna". "No puedo comer granos porque me inflaman el intestino, mi gastroenterólogo me los prohibió".
Este tipo de creencias son más tóxicas que los lácteos o el azúcar refinada. Inmovilizan totalmente los recursos de la inteligencia infinita. Cuando una persona así viene a la consulta macrobiótica, sé de antemano que habrá que luchar primero en el plano de las ideas antes de pasar a ver qué vamos a desayunar o cuántas veces por semana tomaremos frutos secos.
No se trata sólo de creencias limitantes. Se trata de creencias que garantizan la permanencia de la enfermedad hasta la muerte. Con este tipo de creencias, la macrobiótica seguro que no funcionará. "Probé un mes con la macro y no mejoré nada".
Ohsawa llamaba a este cuadro tan extendido, "arrogancia". La llamaba la enfermedad "terrible", la causa de todos los males del mundo. Es el resultado de una calidad de diálogo tóxico. Diálogo chatarra. Este tipo de diálogo interno afirma constantemente la miseria y la debilidad.
Y lo que se repite con frecuencia termina por creerse. Entonces dar recomendaciones alimenticias sin antes hacer ver que debe ser cambiada la calidad del alimento verbal......es una completa pérdida de tiempo, tanto para el que consulta como para el que da los consejos.
La fe mueve montañas. Pero la fe es el resultado de las palabras que decimos todos los días, durante semanas, meses y años. El inconsciente se alimenta de palabras. Se programa con palabras. Se sugestiona con palabras cargadas de convicción y senti-miento. Esto ocurre miles de veces por día. Mientras que tomamos alimento físico tres o cuatro veces en 24 hs. La palabra sin calidad, enferma, mata, destruye y degrada al hombre. La palabra poderosa, salva, cura, anima y eleva al humano a la categoría de un ser iluminado.
El sabio no habla igual que hombre corriente que lucha cada día para subsistir con grandes sacrificios. Un médico que sólo da pastillas y ordena estudios es sólo un técnico esmerado y sincero. Pero un verdadero médico debe ante todo sanar el alma. Porque el alma es infinita y vive eternamente. Mientras que el cuerpo es sólo su hogar temporal.
-Martín Macedo-
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