Mientras tengamos tanto miedo a los virus, a las enfermedades crónicas, al cáncer o al sida no estaremos en condiciones de aconsejar u orientar a otras personas hacia la salud y el bienestar.
Muchas personas desean ser terapeutas alternativos o consultores pero todavía mantienen esa vibración de temor porque no han transformado su alma, siguen enfermos de temor.
En las escuelas médicas occidentales impera el miedo.
Se implanta un conflicto sin solución en la mente de los jóvenes estudiantes que crecen académica-mente en la creencia de que hay que luchar contra enemigos invisibles e invencibles.
Curar el temor es lo más difícil del mundo.
Sobre todo si se toman proteínas animales a diario.
Muchas personas las toman porque tienen miedo de carecer de hierro o vitamina B12.
O de perder masa muscular.
Hay tantos miedos, y éstos se multiplican hasta el infinito.
Todo es más yin o más yang.
Es el Orden del Universo y nadie puede escapar, ni siquiera un mosquito minúsculo, ni siquiera un virus.
Tampoco los profesores de medicina pueden escapar del Orden del Universo.
La dieta de alta proteína crea una tensión en los tejidos, una aceleración del metabolismo, una necesidad de moverse constantemente.
Las personas que toman muchas proteínas animales, cuando se sientan les cuesta una enormidad estarse quietas, balancean sus rodillas hacia arriba y hacia abajo, tamborilean con sus dedos sobre la mesa, quieren aprovechar el tiempo haciendo cosas, muchas cosas.
Sienten que la vida es acción, que la acción es el camino hacia el éxito y por eso glorifican a la acción.
Cuando intentan visualizar les resulta penoso.
Su pensamiento es práctico.
Su pensamiento se estrecha y se consideran a si mismos como individualidades que deben interactuar con otros y otras y andarse con cuidado para que nadie los perjudique.
Este exceso de yang coloca a la mente en un carril y el pensamiento se vuelve extremadamente práctico y funcional.
Si acudimos en busca de consejo médico y nos atiende una persona alimentada con una dieta de alta proteína, tendrá más miedo que el propio consultante, ya que éste saldrá de la consulta con más miedo que con el que entró.
En las escuelas médicas no nos enseñan a curar el miedo.
Nos enseñan a temer y luego nos enseñan a jugar con las armas para luchar con violencia infinita contra los enemigos invisibles e invencibles.
Y los fabricantes de armas reciben muchos pedidos porque hay guerra por aquí y por allí.
Y está lleno de "luchadores"; la lucha contra el cáncer, la lucha contra el Parkinson, la lucha contra el hpv.
Y a estos heroicos luchadores les dan premios Nobel y galardones y cargos públicos por su entrega y devoción por la salud pública.
Pero cuando hay un equilibrio perfectamente sano entre yin y yang, fruto de una nutrición centrada en cereal integral, el juicio es justo y el temor se disipa.
La vibración de la más alta calidad del cereal, nutre el cuerpo y el alma, encuentra el punto de conexión con la divinidad que sólo se hace posible en la dimensión infinita del ahora.
Y en el ahora no existe el miedo, porque en el ahora todas las cosas se entrelazan con el infinito creándose una red que abarca todas las formas y todos los seres en una interacción gobernada por el amor universal.
- Martín Macedo-
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