sábado, 15 de diciembre de 2018

La inteligencia infinita hace latir nuestro corazón con pasión ardiente.


Cuando el cuerpo pierde fuerza y energía el sistema inmune colapsa y estamos expuestos a cualquier tipo de ataque.
El SIDA es un cuadro de debilidad extrema.

No es necesario estar infectado por un virus.
La debilidad del sistema inmune comienza con una degradación de la calidad de la sangre.
Nadie quiere vivir en una casa de cimientos débiles por el riesgo de derrumbe.
Nadie quiere ver cómo sus padres se debilitan y comienzan a usar el bastón.
O hijos de carácter débil que son engañados fácilmente por sus amigos o por extraños que se aprovechan de su ingenuidad.
Pero en el universo cuántico existe tanto la fuerza infinita como la debilidad infinita.
Y todos tenemos ambas realidades coexistiendo en nuestro cuerpo y en nuestra mente.
Todos deseamos fortalecer nuestra salud, nuestra economía, nuestra relación, nuestra familia y vivir en una nación fuerte y próspera.
Para obtener una salud fuerte debemos pedirla.
Si no la pedimos con palabras nunca la tendremos.
El universo da únicamente a los que piden.
El taxista únicamente pone en marcha el vehículo a los pasajeros que piden ser llevados.
Si quieres bienestar económico, cómo lo vas a obtener si no se lo pides directa y claramente al Universo?
Las cosas no ocurren por azar.
O por pensar en ellas con añoranza.
Las cosas ocurren porque las pedimos.
Con palabras poderosas.
Palabras claras.
Llenas de fe.
Si quieres un millón no pidas 1000.
Si quieres una maravillosa pareja no pidas una “buena” compañera.
Si quieres un casa espléndida no pidas una “linda” vivienda.
Nos han enseñado que pedir mucho es para ambiciosos, materialistas y vanidosos que luego caen y terminan en la ruina.
Nos han inculcado un tremendo miedo al éxito, a la grandeza, a la abundancia, al poder.
Una parte nuestra lo desea, pero otra parte nos “aconseja” ser mansos y humildes.
Porque la Biblia dice que los “mansos heredarán la tierra” (Mateo 5:5)
Todos estamos sedientos de gloria.
Es absurdo negarlo porque hasta los niños pequeños sueñan con ser campeones mundiales o estrellas del cine o del deporte.
La inteligencia infinita hace latir nuestro corazón con pasión ardiente.
La inteligencia infinita nos puso aquí en este cuerpo temporal para cosas grandes y gloriosas.
Aceptemos nuestro destino y hagamos lo que haga falta para vivirlo con profunda felicidad y satisfacción.
Dejemos de lado la culpabilidad inculcada por religiones obsoletas.
No le temamos a la grandeza.
Porque aunque nos empeñemos con toda nuestra voluntad en ser pequeños.
Nunca lo lograremos.
Porque la grandeza infinita está ahora mismo bombeando en el centro de tu pecho.

-Martín Macedo-

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