Esta es la clave del éxito en la vida: ponerte en primer lugar. No es egoísmo, sino disciplina y sabiduría. Todos los maestros saben esto. Ellos pasan gran parte de sus vidas recluidos en silencio y en soledad. Sólo gracias a ello pueden traer la luz al mundo: primero la encontraron en su corazón. Para llevar la luz a los demás, hay que primero transformarse en esa luz, y eso no se logra meditando un rato por las mañanas y leyendo un libro, sino comprendiendo lo valioso que es el tiempo y la gran oportunidad que tienes en esta vida de volver a ser libre, como cuando eras un niño.
Aprende a poner límites a los demás y a ti mismo. Dale prioridad a tu meditación y a la sanación de tu corazón por encima de todo lo que amas en la vida, incluso de tu familia, tus hijos y el trabajo. Porque si lo haces, todo se acomodará de manera mágica y bendita. El cambio es siempre de adentro hacia afuera. El mundo es sólo una manifestación onírica de tu estado de conciencia; si tú te elevas, todo se eleva a tu alrededor.
Lo más hermoso que existe está dentro y sólo es posible encontrarlo cuando la voz de la mente se detiene y el corazón se abre al verdadero amor. Sin una autoestima fuerte y sin una meditación profunda y silenciosa, la felicidad no será real, sino producto de condiciones externas. Apenas algo cambie en tu entorno o se desmorone aquello que construiste, comprenderás que no eras feliz; solo creías que lo eras.
Medita, medita y luego sigue meditando, bendiciendo, sirviendo a los demás y nutriendo tu amado corazón con constante amor propio, hasta que llegues al punto de no necesitar nada ni nadie para ser feliz. Esa será la señal de que has recuperado el contacto con tu SER.
_ Fernán Makaroff
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