Ahora toca profundizar nuestro estudio de Yin y Yang.
Estas son tendencias, ni siquiera son cosas.
Yin y yang no son cosas, no se ven, no se miden, no se pesan.
Por esa razón la ciencia no las toma en serio.
Las considera una especulación, un juego de la mente.
La única realidad que toma la ciencia como válida es todo aquello que pueden percibir los sentidos, la realidad del mundo sensorio, y si no se ve, se inventa una máquina para verlo, y si no se consigue verlo o percibirlo sensorialmente con máquinas o con alguna forma de tecnología simplemente no existe, y asunto resuelto (para la ciencia).
Ahora yin y yang no se ven, no se pueden encerrar o medir o pesar.
Ninguna máquina puede detectarlas, así que no se estudian ni se toman en serio.
Son fabulaciones de los chinos y místicos asiáticos.
Esa rigidez conceptual es el resultado de una alimentación extremadamente yang durante mucho tiempo, tal vez siglos.
Esa es la ciencia occidental que quiere conducir a la humanidad hacia la felicidad y la armonía mediante el método científico, estadísticas y ensayos clínicos.
Nosotros partimos de una base totalmente opuesta; partimos de las dos fuerzas o tendencias que todo lo animan, sostienen y destruyen.
Cuando comprendemos y profundizamos estas fuerzas sentimos una profunda gratitud por este poderoso conocimiento y sentimos también una responsabilidad al tener semejante poder en nuestras manos, como los que descubrieron la bomba atómica y sintieron seguramente un temor reverente ante semejante descubrimiento.
Sabemos que este estudio tan simple nunca llega a dominarse totalmente porque es infinito.
Yin todo lo abre y expande.
Yang todo lo cierra y contrae.
Una y otra vez como el corazón, sístole-diástole-sístole-diástole….hasta que se detiene para siempre.
Las fuerzas yin han prevalecido y ya ese corazoncito debe morir.
Estas fuerzas pujan en nuestro interior, una intentando prevalecer sobre la otra porque el impulso básico del universo es el movimiento…..el cambio..Yin debe cambiar en Yang, Yang debe cambiar en Yin...esa es la Gran Orden y nada puede desobedecer al gran mandato del Universo.
Por eso la vida debe convertirse en muerte y la muerte convertirse en vida.
Una y otra vez, miles, millones de veces, por esa razón la reencarnación no es una teoría a debatir en foros integrados por expertos en psicología, psiquiatría o teología.
La vida y la muerte se alternan eternamente, como la respiración.
Cuando estudiamos y comprendemos Yin y Yang y comprendemos su poder y alcance, deseamos continuar y continuar hasta el nivel más alto que podamos llegar en esta experiencia física, porque intuimos que es temporal….así que vamos a tratar de avanzar lo máximo posible antes de que nuestro corazón se detenga.
Nuestro viaje seguirá, nuestro ser infinito nunca muere y ese es el llamado “Yo Soy” de los metafísicos y místicos…..ese Yo siempre estará allí y somos nosotros mismos, pero tomando miles de experiencias y ascensos y descensos en un juego fascinante que nunca se acaba...es eternamente emocionante y siempre tiene nuevas emociones y desafíos, porque al ser infinito nunca se lo llega a abarcar con la conciencia.
Por eso Yin y Yang son sólo el comienzo…...al principio es un juego teórico, de la razón….pero con el tiempo Yin y Yang se encarnan, se vuelven parte de nuestra alma y los sentimos como la realidad misma de la vida, con otra profundidad que sólo se logra con el tiempo de estudio y práctica.
-Martín Macedo-
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