El estudio del Transgeneracional o árbol genealógico parte de la premisa de que determinados comportamientos inconscientes de los miembros del clan, se transmiten de generación en generación e impiden a los seres humanos realizarse en plenitud.
Es preciso tomar conciencia de esos programas inconscientes para poder desvincularse de ellos y desatar los “nudos” del pasado.
El estudio transgeneracional es un trabajo de toma de conciencia que nos permite comprender los elementos del pasado que han contribuido a nuestro desarrollo y formación, así como al establecimiento de nuestro sistema de creencias.
Para poder comprender los fundamentos del estudio transgeneracional es indispensable que revisemos nuestra concepción lineal del tiempo y nos deshagamos de los conceptos propios del pasado, el presente y el futuro.
Para el inconsciente únicamente existe el presente, el ahora; todo sucede en un eterno ahora.
El estudio transgeneracional parte de la premisa de que ciertos patrones de conducta inconscientes se transmiten de generación en generación, lo que en muchas ocasiones constituye un enorme obstáculo en el proceso de autorrealización de una persona.
Debemos desarrollar y tener una visión cuántica del transgeneracional porque a través de él estamos enlazados todos los miembros del clan, compartiendo información y programas que inconscientemente saltan de generación en generación hasta que se toma conciencia de ellos y quedan desactivados.
De ahí que sea indispensable el estudio del árbol genealógico y los comportamientos y vivencias de los ancestros, si deseamos tomar conciencia de nuestra herencia inconsciente ya que nos ayuda a entender la naturaleza familiar o ancestral de nuestras relaciones. Nos lleva a descubrir las dinámicas y patrones que generan identificaciones e implicaciones de una generación a la siguiente y que repercuten de forma adversa sobre nuestra vida.
La observación y análisis de nuestras raíces es un ejercicio verdaderamente sanador.
Transgeneracional y Ciencia
La física cuántica aplicada a nuestra vida cotidiana, nos ofrece la posibilidad de desarrollar una manera creativa de pensar, una estrategia diferente de enfrentar los problemas.
Poder observar a nuestros ancestros, tal y como han sido, vivido y sentido durante toda su vida, nos ayuda a la empatía y comprensión de quiénes eran, de quiénes somos nosotros y también de cómo hasta el momento presente nos hemos relacionado con la vida.
El simple hecho de observar (procesar lo que vemos también implica un componente emocional) determina la realidad objetiva, puesto que derivada de esta observación cada partícula deberá elegir un camino u otro.
Estamos afectando a ese mundo objetivo, externo a nosotros, usando únicamente nuestra percepción y nuestros pensamientos.
La física cuántica nos proporciona la prueba definitiva de que es posible modificar la información contenida en la mente inconsciente.
El entrelazamiento cuántico ignora el espacio-tiempo, por lo que los conceptos de pasado, presente y futuro son constructos puramente mentales.
En realidad, la información se encuentra en un presente, en un eterno ahora, y se manifiesta por medio del subconsciente en el presente.
Así, la información grabada en la mente inconsciente relativa a los traumas de la infancia, las vivencias experimentadas durante el embarazo y las experiencias vitales de nuestros ancestros están vivas en nosotros en un eterno presente. Es por eso que es indispensable trasladarnos a ese teórico pasado del que continuamente emana información para transformarla. Es decir, revivir escenas traumáticas en las cuales hemos grabado en nuestra inconsciente información que hoy nos bloquea, para lograr cambiar la percepción.
No somos víctimas de nuestra herencia ni de nuestras experiencias: tenemos un papel activo en la construcción de nuestra realidad.
Una de las principales bases científicas del estudio transgeneracional es la epigenética conductual.
Esta disciplina postula que las experiencias de las personas no desaparecen, sino que se adhieren a ellas bajo la forma de un residuo molecular que se fija al material genético. Esto no significa que el ADN se modifique, sino que los aspectos psicológicos y conductuales de una persona (los que están sujetos a una regulación química, como en el caso de la depresión, que produce el desequilibrio de determinados neurotransmisores) pueden ser transmitidos a la descendencia. Estos residuos moleculares son, entre otros, los grupos metilo, los cuales pueden llegar a replicarse junto con el ADN durante numerosas generaciones. De acuerdo con la epigenética conductual, las experiencias traumáticas vividas en el pasado, o las de nuestros antepasados recientes, dejan marcadores moleculares que se fijan al ADN.
La epigenética y el trauma transgeneracional
A todos nos enseñaron en el colegio que recibimos los genes de nuestra madre y nuestro padre, y que ese material genético define nuestros rasgos físicos, la inteligencia en ocasiones e incluso la tendencia a heredar determinadas enfermedades. Sin embargo, asumir que los traumas como tal también se inscriben en los cromosomas de una misma línea familiar es sin duda algo que cuesta bastante de creer.
La epigenética dio un salto cualitativo desde la genética más ortodoxa para explicarnos varios fenómenos.
La primera es que nuestro estilo de vida, el medio en el que vivimos, nuestra dieta e incluso determinados hechos traumáticos pueden generar cambios genéticos en nuestra descendencia.
Ello se explica por una pequeña «etiqueta» química denominada «epigenoma». Lo que hace este pequeñísimo elemento es algo tan fascinante como impactante a la vez: modifica la expresión de determinados genes en función de las variables antes señaladas.
Estudios sobre la herencia epigenética
Uno de los estudios más esclarecedores es el estudio realizado por el equipo de Rachel Yehuda (Hospital Monte Sinai, Nueva York) acerca de los efectos a largo plazo del Holocausto. Estudiaron genéticamente a 32 hombres y mujeres judíos internados en campos de concentración nazis, que habían presenciado o experimentado torturas o habían tenido que esconderse durante la Segunda Guerra Mundial. Además, estudiaron a su descendencia, la cual demostró una probabilidad aumentada de padecer trastornos de estrés en comparación con las familias judías que vivieron fuera de Europa durante el Holocausto.
El equipo de Yehuda descubrió que el estrés crónico vivido por los padres, transmitido a su vez por estos a su descendencia, se debe a una menor producción de una hormona que ayuda a eliminar el cortisol (la hormona del estrés) del organismo; se trata de un mecanismo de adaptación al estrés continuado para incrementar las probabilidades de supervivencia. Esta estrategia fue útil para la generación que vivió el Holocausto, pero no lo es para las siguientes generaciones.
Mindfulness: la conciencia de ser consciente
¿Qué podemos hacer para mitigar o transformar estas respuestas inconscientes de nuestro organismo?
Existen infinidad de técnicas y abordajes que pueden ayudarnos, aunque todos ellos tienen algo en común: tomar conciencia y aceptar el origen emocional de nuestros conflictos o enfermedades.
Hace tiempo se descubrió que la meditación puede desencadenar cambios genéticos y mentales, e incluso propiciar cambios a nivel molecular. También podemos alcanzar la coherencia corazón-cerebro para reconocer, observar y acceder a estados emocionales específicos que permitan desencadenar una respuesta parasimpática del sistema nervioso autónomo. Ejercicios de atención plena y respiración son cruciales para navegar por nuestros estados interiores. Con práctica, esta nueva conciencia evoca un estado meditativo que equilibra de forma natural el sistema nervioso autónomo (encargado, entre otras funciones, de la respuesta al estrés o los procesos curativos). Esta regulación del sistema nervioso autónomo equilibra a su vez el sistema límbico y la amígdala, centros de la experiencia emocional.
La Bioneuroemoción®
En la sesión se acompaña a la persona a encontrar la emoción oculta asociada al síntoma físico, al conflicto, al estrés, a los bloqueos, a las situaciones repetitivas o experiencias negativas que la afectan, para desprogramarla y así favorecer la liberación de la emoción que hay en el inconsciente.
Se realizan preguntas a fin de recabar información, evitando juicios e interpretaciones que impidan ver el motivo real de la consulta. Se hacen preguntas concretas a fin de conocer la historia familiar y personal, analizarla y relacionar las creencias y experiencias pasadas con los conflictos actuales. Se reviven escenas asociadas al tema que se trata. Se trata de momentos que nuestra psique ha intentado ocultar como forma de protección al sufrimiento. El objetivo es sacarlos a la luz para poder reinterpretarlos y generar así un cambio de percepción.
“Hasta que no hagas consciente tu inconsciente va a dirigir tu vida y lo llamarás destino”
Carl G. Jung
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