Hay una línea muy fina entre reprimir nuestras emociones y apagar nuestros sistemas reactivos. La Restricción (RESISTENCIA) crea una lucha momentánea, pero casi inmediatamente llega la calma y la claridad. Por otra parte, el reprimir las emociones genera estrés a largo plazo. Lentamente, las emociones reprimidas toman fuerza.La presión aumenta y al final ¡estallamos!.
Por ejemplo, si alguien nos hace enfadar y aplicamos el concepto espiritual de la Restricción para evitar nuestra habitual respuesta precipitada, no hay rencor. No hay venganza en nuestros corazones, ni nos sentimos insultados ni heridos.
Pero si sentimos algunas de esas cosas, si nos vemos atrapados en el drama del momento, significa que hemos fracasado en reconocer la oportunidad espiritual que nos brindaba la situación. Ésa es nuestra pista.
Cuando nos demos cuenta de que la ira y otras emociones reactivas son sólo pruebas que nos envía la energía de INTEGRIDAD para que podamos eliminar el Pan de la Vergüenza, sabemos con certeza que hemos aplicado la Restricción. Entonces sentiremos la presencia resplandeciente de la Integridad que habrá emergido de nuestra acción espiritual. Lo sabremos.
Al principio, el esfuerzo para restringirnos será una combinación de represión y auténtica Restricción. No hay problema, porque ese esfuerzo irá poco a poco eliminando capas de emociones reactivas. Los esfuerzos consistentes por hacer Restricción depurarán progresivamente los comporta-mientos imprudentes, los deseos egoístas y los pensa-mientos reactivos de la naturaleza.
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