jueves, 5 de marzo de 2020

Juan Salvador Gaviota

...Juan es una gaviota, la cual se aficiona a volar sobre todas las cosas. Por ello, en su Bandada, lo único que hace es practicar su vuelo y no se dedica a hacer lo que hacen las demás gaviotas. La Bandada intenta hacerlo cambiar, puesto que no ven normal que una gaviota intente hacer piruetas en el aire, en vez de buscar su alimento. sigue practicando y persigue libre, aprender nuevas maneras de acrobacias. Su bandada no lo entendía, ni siquiera sus papás, a quienes en vez de darles gusto, les avergonzaban los logros de Juan; él era la primera gaviota en hacer acrobacias aéreas. 
Un día se elevó tan alto que al caer en picada perdió el control y se estrelló con el agua; cuando recobró el sentido se prometió ser como las demás gaviotas, pero en ese mismo instante rompió su promesa, ya que voló a setecientos metros de altura en la noche, cosa que ninguna gaviota había hecho, pues las gaviotas no vuelan de noche. Al llegar a la Bandada había una Sesión de Consejo, a la cual lo llamaron para que se pusiera en el centro, lo que solo podía significar dos cosas: gran honor o exilio. El Consejo destierra a Juan.
Él se fue a los Lejanos Acantilados, pero no le importó estar solo y siguió aprendiendo. Un día mientras volaba, dos radiantes gaviotas se acercaron volando, una de ellas le dijo que volara, porque tenía que pasar a una nueva etapa, y las tres gaviotas volaron hasta desaparecer en el cielo. 
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La mayor idea de Juan era poder ser libre, y si su libertad era volar y aprender a hacer acrobacias y morir en el acto era un riesgo que había que correr, entonces la libertad era la recompensa más grande para una gaviota.
En la segunda parte, Juan trasciende a otra sociedad en la que todas las gaviotas gozan del vuelo. Él fue capaz de hacer esto luego de trabajar solo y con gran esfuerzo por mucho tiempo; el respeto surge en este lugar como contraste a la fuerza coercitiva que se daba en el seno de la "Bandada de la comida" a la que perteneció Juan.
El proceso de aprendizaje junto con la vinculación de una adecuada experiencia docente y el estudio diligente, se elevan a un nivel casi sagrado, lo que sugiere que éstas pueden ser la verdadera relación entre los humanos y Dios. Richard Bach se ha descrito como alguien que cree que seguramente los humanos y Dios, independientemente de la enorme diferencia que hay en ambos, están compartiendo algo de gran importancia que los hace tener algo en común: "Tienes que comprender que una gaviota es una idea ilimitada de libertad, una imagen de la Gran Gaviota", "Tienes la libertad de ser tú mismo, tu verdadero ser, aquí y ahora, y nada se interpondrá en tu camino".
La introducción a la tercera parte del libro son las últimas palabras de Chiang, el maestro de Juan: "Continúa trabajando en el amor". En esta parte Juan entiende que el espíritu no puede ser realmente libre sin la capacidad de perdonar, y la manera de avanzar lo hace convertirse en maestro, no sólo a través de trabajo duro como lo hiciera cuando estudiaba.
Juan regresa a "la Bandada de la comida" a compartir sus recién descubiertos ideales y la enorme experiencia que ahora posee, listo para la difícil lucha contra las normas actuales de la sociedad. La capacidad de perdón parece ser un imperativo para superarse a un plano superior.
"¿Quieres volar tanto, que serás capaz de perdonar a la Bandada y aprender, y volver a ellos un día y trabajar para ayudarlos a saber?" es lo que Juan le dice a su primer estudiante Pedro Pablo Gaviota (Fletcher Lynd Seagull), antes de llegar a profundizar en la enseñanza.
La idea de que el más fuerte puede llegar a más fuerte y podrá dejar atrás a sus amigos más débiles parece totalmente rechazada.
Por lo tanto, el amor, el respeto merecido y el perdón, parecen ser igualmente importantes tanto como la libertad de no ceder a la presión de obedecer las reglas, sólo porque sean malamente aceptadas.
Amanecía, y el nuevo sol pintaba de oro las ondas de un mar tranquilo.

Chapoteaba un pesquero a un kilómetro de la costa cuando, de pronto, rasgó el aire la voz llamando a la Bandada de la Comida y una multitud de mil gaviotas se aglomeró para regatear y luchar por cada pizca de comida. Comenzaba otro día de ajetreos.

Pero alejado y solitario, más allá de barcas y playas, está practicando Juan Salvador Gaviota. A treinta metros de altura, bajó sus pies palmeados, alzó su pico, y se esforzó por mantener en sus alas esa dolorosa y difícil posición requerida para lograr un vuelo pausado. Aminoró su velocidad hasta que el viento no fue más que un susurro en su cara, hasta que el océano pareció detenerse allá abajo. Entornó los ojos en feroz concentración, contuvo el aliento, forzó aquella torsión un... sólo... centímetro... más..
Cuando Juan volvió a la Bandada ya en la playa, era totalmente de noche. Estaba mareado y rendido. No obstante, y no sin satisfacción, hizo un rizo para aterrizar y un tonel rápido justo antes de tocar tierra. Cuando sepan, pensó, lo del Descubrimiento, se pondrán locos de alegría. ¡Cuánto mayor sentido tiene ahora la vida! ¡En lugar de nuestro lento y pesado ir y venir a los pesqueros, hay una razón para vivir! Podremos alzarnos sobre nuestra ignorancia, podremos descubrirnos como criaturas de perfección, inteligencia y habilidad. ¡Podremos ser libres! ¡Podremos aprender a volar!
-... algún día, Juan Salvador Gaviota, aprenderás que la irresponsabilidad se paga. La vida es lo desconocido y lo irreconocible, salvo que hemos nacido para comer y vivir el mayor tiempo posible.

Una gaviota nunca replica al Consejo de la Bandada, pero la voz de Juan se hizo oír:
-¿Irresponsabilidad? ¡Hermanos míos! -gritó-. ¿Quién es más responsable que una gaviota que ha encontrado y que persigue un significado, un fin más alto para la vida? ¡Durante mil años hemos escarbado tras las cabezas de los peces, pero ahora tenemos una razón para vivir; para aprender, para descubrir; para ser libres! Dadme una oportunidad, dejadme que os muestre lo que he encontrado...

Lo que antes había esperado conseguir para toda la Bandada, lo obtuvo ahora para si mismo; aprendió a volar y no se arrepintió del precio que había pagado. Juan Gaviota descubrió que el aburrimiento y el miedo y la ira, son las razones por las que la vida de una gaviota es tan corta, y al desaparecer aquellas de su pensamiento, tuvo por cierto una vida larga y buena.
Por qué no hay más de nosotros aquí? De donde vengo había...
-... miles y miles de gaviotas. Lo sé. -Rafael movió su cabeza afirmativamente-. La única respuesta que puedo dar, Juan, es que tú eres una gaviota en un millón. La mayoría de nosotros progresamos con mucha lentitud. Pasamos de un mundo a otro casi exactamente igual, olvidando en seguida de donde habíamos venido, sin preocuparnos hacia donde íbamos, viviendo solo el momento presente. ¿Tienes idea de cuántas vidas debimos cruzar antes de que lográramos la primera idea de que hay mas en la vida que comer, luchar. o alcanzar poder en la Bandada? ¡Mil vidas, Juan, diez mil! Y luego cien vidas más hasta que empezamos a aprender que hay algo llamado perfección, y otras cien para comprender que la meta de la vida es encontrar esa perfección y reflejarla.

-Para volar tan rápido como el pensamiento y a cualquier sitio que exista -dijo-, debes empezar por saber que ya has llegado...

El secreto, según Chiang, consistía en que Juan dejase de verse a sí mismo como prisionero de un cuerpo limitado, con una envergadura de ciento cuatro centímetros y un rendimiento susceptible de programación. El secreto era saber que su verdadera naturaleza vivía, con la perfección de un número no escrito, simultáneamente en cualquier lugar del espacio y del tiempo.

-La única Ley verdadera es aquella que conduce a la libertad -dijo Juan-. No hay otra.
-¿Cómo quieres que volemos como vuelas tú? -intervino otra voz-. Tú eres especial y dotado y divino, superior a cualquier pájaro.

-¡Mirad a Pedro, a Terrence, a Carlos Rolando, a Maria Antonio! ¿Son también ellos especiales y dotados y divinos? No más que vosotros, no más que yo. La única diferencia, realmente la única, es que ellos han empezado a comprender lo que de verdad son y han empezado a ponerlo en práctica.


Para comenzar -dijo pesadamente-, tenéis que comprender que una gaviota es una idea ilimitada de la libertad, una imagen de la Gran Gaviota, y todo vuestro cuerpo, de extremo a extremo del ala, no es más que vuestro propio pensamiento.
Los jóvenes lo miraron con extrañeza. ¡Vaya, hombre!, pensaron, eso no suena a una norma para hacer un rizo...

Pedro suspiró y empezó otra vez:
-Hum... ah... muy bien -dijo, y les miró críticamente-. Empecemos con el vuelo horizontal. -Y al decirlo, comprendió de pronto que, en verdad, su amigo no había sido más divino que el mismo Pedro.

¿No hay límites, Juan? pensó. Bueno, ¡llegará entonces el día en que me apareceré en tu playa, y te enseñaré un par de cosas acerca del vuelo!

Y aunque intentó parecer adecuadamente severo ante sus alumnos, Pedro Gaviota les vió de pronto tal y como eran realmente, sólo por un momento, y más que gustarle, amó aquello que vió. ¿No hay límites, Juan?, pensó, y sonrió. Su carrera hacia el aprendizaje había empezado...

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