Cada palabra, frase, su contenido, su titubeo, su firmeza, el tipo de palabras que se usan
(visuales, sonoras, etc), etc nos da una valiosa información de la persona.
Generalmente el contenido es engañoso, se suele disfrazar, con frecuencia es falso consciente o inconscientemente pero la emoción de lo expresado es auténtica.
Hay que ver lo que se oculta en lo que decimos, lo que no se dice, o lo que decimos de los demás Justo eso nos define a nosotros.
Por eso los grandes maestros son parcos en palabras.
De pocos es conocido que en 1.900 Freud publicó un libro sobre el chiste, no vendió ninguno.
El chiste sirve para decir lo que no puede ser dicho en un entorno neutro de no agresión. Era broma no? Decimos.
Con frecuencia el chiste esconde un trasfondo que explícitamente no se dice pero se deja intuir, y si...?
Otro caso es el lapsus linguae: en una conferencia ante cientos de personas el conferenciante animado en su discurso dice, “me encanta la pornografía, perdón, quise decir la fotografía “, ( caso real citado por Freud).
Es decir, no decimos lo que queremos, decimos algo aproximado, hablamos con parábolas o símiles y con frecuencia un no es un si .... o al revés.
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