Los niños aprenden por imitación: por mucho que les digas lo que tienen que hacer, terminarán imitando a sus padres y modularán su comportamiento. Lo mismo ocurre con los líderes de una organización y sus equipos.
La presencia y la capacidad de inspirar son las capacidades que distinguen a un jefe, de un líder. Los trabajadores son capaces de percibir si el discurso de su líder es un mensaje superficial o, bien, forma parte de su esencia, de su forma de vivir. Es imposible que el liderazgo sea constante y perseverante si no es un elemento intrínseco de la persona que lo transmite.
Los seguidores reflejan a sus líderes, literalmente
El hallazgo más destacado en la neurociencia conductual señala que ciertas cosas que los líderes hacen, específicamente demostrar empatía y adaptarse a los estados de ánimo de los demás, literalmente afectan tanto su propia química cerebral como la de sus seguidores. Las neuronas espejo operan como un ‘’Wi-Fi’’ neuronal que nos permite navegar en nuestro mundo social. Cuando detectamos, de forma consciente o inconsciente, las emociones de otra persona, nuestras neuronas espejo reproducen esas emociones. Colectivamente, estas neuronas crean una sensación instantánea de experiencia compartida. Esta clase de células cerebrales tiene una importancia especial dentro de las organizaciones debido a que las emociones y acciones de los líderes impulsan a los seguidores a reflejar esos sentimientos y hechos.
“He aprendido que la gente olvidará lo que dijiste, también olvidará lo que hiciste, pero jamás olvidará cómo les hiciste sentir” – Maya Angelou.
Realmente nuestro estado emocional influye de una forma determinante en el estado anímico de quien nos rodea y viceversa. El cambio comienza dentro de cada uno de nosotros, no tratando de que cambie quien tenemos delante sin ofrecerle un modelo de referencia. ¿Quieres amabilidad de alguien? Muéstrale qué es la amabilidad. ¿Te gustaría que te hablasen con comprensión y respeto? Practica la comprensión y el respeto con quien te habla. Comienza a ser el cambio que quieres en el mundo y toma conciencia de tu parte de responsabilidad en el ambiente emocional que te rodea en tu trabajo.
Entonces, ¿qué hay que hacer para convertirse en líder?
El individuo que ejerce el liderazgo, antes de dirigir a los demás, debe ejercer el auto-liderazgo en su vida. En otras palabras, el líder se auto-dirige a sí mismo, en primer lugar, y su comportamiento inspira a los demás con su ejemplo, con su forma de ser y de actuar. Por ello, el líder aplica los mismos principios de actuación en el trabajo y en todos los ámbitos de su vida (familiar, personal, etc.).
Esto implica saber gestionar sus propios estados emocionales, cuestionar sus creencias y su forma de ver las cosas; exigir una mejor versión de si mismo y superarse cada día. No se puede pedir a los equipos de trabajo lo que el líder no está dispuesto a ofrecer él mismo primero.
¿La relación que establece el líder consigo mismo determinará el entorno emocional del trabajo?
En cualquier contexto, la clave para el bienestar emocional, físico y mental radica en la calidad de las relaciones humanas. Nuestro desarrollo vital y nuestro bienestar dependen, en gran medida, de cómo creamos y gestionamos los vínculos con los demás. El clima emocional de un equipo es “el conjunto de sentimientos, emociones y estados de ánimo de sus componentes en un momento dado”. Aunque este ambiente puede cambiar dependiendo de muchas variables, el principal responsable del clima emocional, ante las diferentes situaciones que se encuentre el equipo, es su líder. El líder crea una impronta en el equipo, una forma de estar y sentirse. Consciente o inconscientemente, modifica el ambiente en el equipo.
Que el papel del líder sea fundamental en la generación de un buen clima laboral, no significa que deba responsabilizarse de las emociones individuales de los miembros del equipo, pero sí es responsable de tomar conciencia y gestionar su propio estado emocional.
La autoindagación como medio básico para conocernos mejor a nosotros mismos
Proponemos la autoindagación para favorecer el autoconocimiento y la autorregulación emocional, indicadores de inteligencia emocional esenciales a la hora de liderar nuestra vida e inspirar a los demás. Implica reconectar con nosotros mismos, hacernos responsables de la interacción que tenemos con los demás, y aceptar que también el comportamiento de las personas a nuestro alrededor tiene que ver con nosotros.
“Las sensaciones no son parte de ningún conocimiento, bueno o malo, superior o inferior. Son, más bien, provocaciones incitantes, ocasiones para un acto de indagación que ha de terminar en conocimiento.” – John Dewey.
El ejercicio de la autoindagación aporta respuestas a las dificultades interpersonales, sociales, laborales y, en definitiva, a todas las situaciones que se puedan dar en la vida de una persona, favoreciendo un cambio personal como punto de partida para la resolución del conflicto en el entorno laboral y la creación de espacios donde emerjan relaciones de crecimiento entre los miembros del equipo.
El resultado de la autoindagación es siempre una nueva comprensión que aumenta nuestro nivel de autoconciencia, nos guía hacia nuestro equilibrio interno y favorece la paz mental. Esta manera de afrontar las dificultades desde la responsabilidad, sin culpar o achacar lo que nos sucede a los demás, sino utilizando los poderosos recursos de que disponemos para conocernos y aprender de cada experiencia, es lo que hacen los líderes emocional y socialmente maduros, capaces de guiar e inspirar a los miembros del equipo, contribuyendo a su progreso y evolución personal.
-Enric Corbera
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