Si crees que puedes, puedes.
Si crees que no puedes no podrás.
Se te crees pequeño serás pequeño.
Si te crees grande ya lo eres.
Eres un alma infinita e inmortal.
¿Cómo puedes insultarte porque has cometido un error mínimo?
Te has habituado a insultarte cada vez que fallas.
Entonces ya no te amas.
Deja de gustarte tu cuerpo y tu mente.
Te auto evalúas como imperfecto.
Y dices que con el tiempo te vuelves viejo y decadente.
Usas la sagrada palabra para hacerte daño.
Y crear tu propia infelicidad.
Porque lo que se repite se convierte en creencia.
Y lo que crees se convertirá en tu destino.
Y lo llamarás buena o mala suerte.
Ese destino lo has creado tu.
Con tus creencias.
Con tus insultos.
Con tus palabras inapropiadas.
Durante muchos años.
Cuida cada palabra.
Cada sorbo de agua.
Cada bocado de alimento.
Porque el pez por la boca muere.
Y el sabio se reconoce por lo que habla.
El tonto dice tonterías.
Pero las grandes almas cuando hablan, tocan las fibras más profundas del corazón.
-Martín Macedo-
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