sábado, 17 de noviembre de 2018

El mundo es un espejo

Puedo asegurarte sin miedo a equivocarme, que todos, absolutamente todos los seres humanos, tenemos cosas que sanar, aspectos y actitudes que, por no ser aceptadas en algún momento de nuestra vida por las personas de nuestro entorno (normalmente nuestros padres y/o hermanos), las hemos pasado a lo que Carl G. Jung denominó como “sombra”.

Estamos aquí para evolucionar en la gran escuela que es la vida. Ésta, sabedora como lo es del gran sueño en el que nos encontramos, y por consiguiente del profundo desconoci-miento de nosotros mismos, nos regala multitud de oportunidades para que aprendamos. 

¿Cómo lo hace? 

Facilitándonos las experiencias que requerimos a través de innumerables maestros. Éstos no son otros, que todas las personas con las que entramos en contacto, siendo que normalmente contra más cercana sea a nosotros, mayor y contundente es el aprendizaje.


Teniendo en cuenta todo lo anterior, se hace cada vez más imperante el que nos hagamos responsables de nuestra vida; por supuesto que puedes retrasar esta evidencia y repetir una vez más la historia  tu historia), nadie puede elegir por ti, pero has de saber que en este caso eres tú quién lo está decidiendo, y habrás de asumir con ello que la carga de sufri-miento también vaya in crescendo.

En un primer momento, quizá sientas temor al soltar el papel de víctima, sin embargo tan solo se trata de una fantasía del ego, que intenta aferrarse al personaje con el que se ha identificado por tanto tiempo. Convertirte en aprendiz de la vida es el primer paso hacia tu libertad.

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