“Aquel cuyos labios callan, habla con la punta de los dedos, se traiciona por todos los poros”. Freud
Con frecuencia las “palabras o actos ” indecibles se vuelven “males” (psíquicos o psicosomáticos) y entonces lo que “cuesta decir” se transforma en “enfermedad”, el cuerpo entonces "habla, protesta", ya que el inconsciente detecta una incoherencia.
El inconsciente es inocente y puro, y la compensa como una solución, con un mensaje al cuerpo de incoherencia.
Este reacciona en la misma vibración situando esa información en el cuerpo (órganos, huesos, etc), ya que la información no se pierde, cambia conservándose.
Esta información de incoherencia será posteriormente liberada, transcendida inconscientemente y solucionada a través del inconsciente para realizar su restauración.
(E.Corbera: enfermamos inconscientemente, tomamos conciencia y nos curamos inconscientemente.)
Esta traición a uno mismo es vivida desde el malestar nacido de una ruptura en la racionalidad tranquilizadora de la vida cotidiana.
Freud lo llamó “la inquietante extrañeza”, una situación que genera disgusto, que suscita una espantosa angustia; y a un secreto divulgado, un silencio, un acto , en definitiva una traición a las leyes no escritas del clan, una información que ha salido de la sombra cuando debía seguir siendo un secreto.
Se ha vulnerado una ley del clan y debe tener una compensación al mismo, una reparación, un castigo mediante el inconsciente que lo realiza en el cuerpo.
Esa será la semilla (el momento semilla) de una enfermedad, de un daño psicosomático, de una traición.
Mediante la emoción , la traición, el inconsciente enviará esa energía de incoherencia al cuerpo como solución de equilibrio y supervivencia.
La llave de la solución, la reparación la tendrá el inconsciente
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