lunes, 2 de marzo de 2020

La victoria final la tiene la calidad.


Hace mucho tiempo, en el año 480 a.C. la calidad y la cantidad tuvieron una lucha a muerte.
Ocurrió en las Termópilas, en la antigua Grecia.
El ejército persa al mando del emperador Jerjes (hijo de Darío) se presentó con un ejército inmenso integrado por 250.000 hombres decidido a conquistar Grecia luego de fallar en su intento ocurrido 10 años antes.
Darío no pudo con los Griegos y murió cuando una flecha lanzada desde un barco griego por Temístocles lo hirió mortalmente.
Esa hazaña convirtió a Temístocles en el general de las milicias atenienses.
Jerjes juró venganza y se presentó 10 años después decidido a vengar a su padre y completar el sueño de anexar Grecia a su gran imperio.
Preparó un ejército gigantesco, el más grande de la historia.
Los griegos prepararon la defensa y los esperaron en las Termópilas, un paso estrecho de no más de 20 metros de ancho y único acceso para el ejército persa.
La defensa la integraban 300 espartanos y 7000 griegos de los diferentes estados.
Fue una defensa heroica y hubo muchas más bajas en los persas.
Al final los 7000 griegos se retiraron al comprender que no podían salir con vida frente a semejante superioridad numérica.
Pero los 300 espartanos decidieron quedarse y luchar hasta morir, porque estaban educados en mente y cuerpo a que la rendición no era una opción para ellos y que morir defendiendo a su gente era el honor más grande que un hombre podía tener.
Durante una semana 300 espartanos dirigidos por el rey Leónidas I, impidieron que los persas con todo su poderío pudieran pasar por el paso de las Termópilas.
Los espartanos en aquel tiempo eran los mejores guerreros del mundo.
Finalmente los persas los derrotaron y no quedó ni uno con vida incluyendo al rey Leónidas.
El sacrificio de estos 300 hombres conmovió a toda Grecia y los convirtió en leyenda.
La cantidad venció a la calidad en una primera instancia.
Los persas ocuparon Atenas durante un breve tiempo, pero los griegos reagruparon sus fuerzas y con un nuevo ejército que contaba con 10.000 espartanos enardecidos aplastaron al diezmando ejército persa en la batalla de Salamina.
Cuando la calidad y la cantidad entran en conflicto al principio parece que la cantidad supera a la calidad.
Pero la victoria final la tiene la calidad.
La historia lo enseña en hazañas como ésta.
La cantidad de comida aumenta gracias a los transgénicos y a la agricultura química.
La calidad también, debido al interés creciente por la agricultura orgánica.
La primera parece llevar la delantera con sus impresionantes máquinas y agro tecnologías.
Parece que arrasa los campos del mundo y los mercados de alimentos.
Pero la nueva conciencia está ganando la batalla espiritual, donde una minoría sabia y comprometida con la salud del planeta poco a poco prepara la victoria decisiva.
Y dentro de algunos años veremos el triunfo de la calidad alimentaria sobre la cantidad, como ocurrió con los guerreros griegos hace 2500 años.
Ellos nos deben alentar, aunque han pasado muchos años.
Un puñado de heroicos defensores de la salud del planeta haremos historia.
Y tal vez en el futuro nos hagan una película.
Y así nuestros descendientes recordarán la lección.


-Martín Macedo-

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