La inteligencia infinita está en cada respiración.
Es imposible escapar de ella.
Porque todo el Universo está impregnado de ella.
Cuanto más nos maravillemos de su presencia absoluta más fácil será poder verla en nosotros mismos.
A menudo somos tan críticos con nosotros mismos.
Nos nos queremos, no nos gustamos.
Vemos defectos y nos maltratamos con el auto rechazo.
Esos programas heredados son nefastos y destruyen nuestra auto estima.
Y sin auto estima todo lo mejor de la vida está fuera de nuestro alcance.
Nuestro concepto denigrado de nosotros mismos sólo nos autoriza a vivir con migajas, con carencias y con dolor.
Veamos la maravilla por doquier.
Celebremos que no podemos vivir sin ella.
Las abejas no tienen infecciones.
Han creado varios tipos de antibióticos naturales, que no crean bacterias resistentes y que siempre mantienen su efectividad.
A diferencia de los antibióticos artificiales que pierden potencia con el tiempo y crean resistencia bacteriana.
En la colmena viven 50.000 insectos y en ese hacinamiento no hay gripes ni infecciones.
La abeja (la inteligencia infinita) ha creado un antibiótico que impregna su cuerpo y ninguna bacteria puede vivir en él.
Un segundo tipo de antibiótico reviste el panal.
Un tercero se mezcla con el polen recogido.
Un cuarto se combina con la alimentación de la reina.
Un quinto antibiótico se mezcla con la miel.
Un sexto con la cera.
Lo hace un insecto que no estudió biología ni virologia.
La maravilla está en cada respiración.
En cada palmo del mundo.
Y no nos conmueve, no nos emociona, no nos llena de gratitud.
Estamos tan intoxicados que andamos insensibles.
Buscando la felicidad en las fiestas, las drogas, los cruceros.
Sólo vemos la imperfección, los problemas y las carencias.
Pero cuando tomamos conciencia y ampliamos la mira, vemos también la perfección, la grandeza y la belleza infinitas.
Que están en nosotros.
Para que las disfrutemos y compartamos con nuestros hermanos humanos y con todos los seres vivientes.
-Martín Macedo-
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