viernes, 13 de marzo de 2020

La Filosofía y nosotros por Abella


En los Estados esclavistas de la Antigüedad, el saber colectivo fue privatizado y fragmentado. Por entonces surge la Filosofía como una disciplina exclusiva para los opresores. Por muchos siglos, las revoluciones populares tuvieron banderas religiosas, pero no estrictamente filosóficas.

Recién en el siglo XIX, Marx concluyó que las revoluciones obreras debían ocuparse de la Filosofía y transformarla, de una disciplina interpretativa a una disciplina transformadora. Lenin, seguidor de Marx, escribió un libro sobre Filosofía y llenó cuadernos con anotaciones para un segundo libro que nunca escribió. Lo hizo en los momentos más duros, cuando las tareas del repliegue, de la resistencia y de la contraofensiva requerían un esfuerzo organizativo inmenso.

El Capitalismo en su fase imperialista toma muy en serio la Filosofía como elemento de manipulación y resignación, apuntando a los intelectuales. Impone una filosofía con múltiples escuelas pero con algo en común: negar la posibilidad de un conocimiento profundo de la realidad, negar la posibilidad de encontrar las causas principales de los fenómenos y sucesos que quisiéramos cambiar.

Impulsa además una filosofía de “optimismo de mercado”. Las leyes del mercado son inherentes a toda sociedad, afirma; son la esencia de lo humano. Se niega que exista el cambio climático y se afirma que los temas que parecen graves no lo son tanto. ¿Escasez de agua potable? El mercado elevará su precio y entonces los inversores tomarán medidas para cuidarla. Esto se combina con mensajes de escapismo y resignación. Ante un muro que parece indestructible, muchos cierran los ojos, cunde el fatalismo y la resignación. Y la desesperación.

La falta de respuestas políticas, lleva a otros a refugiarse en textos religiosos. En el mundo cristiano lo hacen en el último libro del Nuevo testamento, la Revelación a Juan (Apocalipsis) cuyo lenguaje simbólico admite muchas interpretaciones. No es malo reunirse a estudiarlo, lo nocivo es aislarse de la lucha social por una interpretación fatalista del texto.
Esto último es conveniente para el Poder opresor.

Otros buscan falso consuelo en la teoría de la reencarnación ¿Me va mal? Se debe a que algo mal hice en mi vida anterior; si en ésta soy virtuoso (y no me rebelo ante mi suerte) tendré mi premio en vidas futuras. Un chamán que creo sincero me dio otra interpretación: afirma que esa impresión de que ya habíamos vivido en una situación o en un paisaje, no se debe a una reencarnación sino a que los espíritus te prestan sus propias memorias. Bueno, que cada cual reencarne o incorpore espíritus como quiera, pero que su creencia no paralice su lucha social por los suyos y por todos.

Otros hermanos angustiados se refugian en una versión mística, muy extraña, de la Teoría Cuántica. Su autor quedaría estupefacto. Es cierto que el comportamiento del mundo sub atómico aparece como paradoja para las leyes del mundo físico a nuestra escala; pero lo que en realidad demuestra es que las leyes de la física son más complejas y que la física clásica estudiaba sólo un caso particular, singular, de una Ciencia que debe incorporar esas leyes del micro mundo que también vamos comprendiendo. La desviación mística de la Teoría

Cuántica, también la sufrió la Teoría de la Relatividad de Einstein 100 años atrás. Se afirmó por entonces que la teoría filosófica marxista (que definía la materia como eterna) quedaba obsoleta ya que Einstein demostraba que la masa podía transformarse en energía. Fue necesario aclarar que el concepto filosófico de “materia” no abarca sólo la “masa”, sino todo el mundo exterior que existe objetivamente, conozcamos o no sus leyes.

El imperialismo también inocula en los jóvenes rebeldes la filosofía de la autodestrucción, especialmente a través de las drogas. ¿Niego el Sistema? entonces, lo enfrento, autodestruyéndome de a poco. Buena noticias para los opresores.

Para luchar juntos no es imprescindible que todos compartamos la misma doctrina filosófica, aunque la Dialéctica de base material es una herramienta formidable. Lo que le pedimos a los filósofos, como dijo Marx, es que se pongan al servicio de la causa popular y que no se limiten a interpretar, sino que se sumen al pueblo trabajador y a sus herramientas políticas, para que al fin “cambiemos el mundo de base, hundiendo al imperio burgués”

-Gonzalo Abella-

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