martes, 10 de marzo de 2020

La certeza


En términos kabbalísticos, la certeza es saber con seguridad que, en cada segundo, el Creador nos está guiando para que alcancemos nuestro máximo potencial. Al despertar una certeza mayor, podemos también despertar bendiciones más grandes en nuestra vida.
Existe una ley espiritual que explica que cuanto más desarrollada espiritualmente sea la persona, más grande es el oponente interno que la desafía. Cada día esa fuerza invisible intenta subyugarnos con su gran fuerza, y sin la ayuda del Creador perderíamos la batalla.

Mientras más conciencia y claridad tengamos, más requerimos ser desafiados. Al igual que cuando se entrena en el gimnasio: mientras más fuerte se vuelve el músculo, más peso requiere para hacer que crezca más. Para apoyar al crecimiento constante de nuestra certeza y claridad, la duda y la confusión también deben ser más fuertes de lo que fueron el día anterior. Naturalmente, sucumbiríamos si nuestro oponente se hiciera más fuerte y nosotros no. 

Si después de una rutina en el gimnasio el músculo no le pidiera al cuerpo crecer y repararse, no podría soportar el peso mayor la próxima vez. Esta es la razón por la que debemos hacer que crezca nuestra certeza al pedirle a la Luz que nos dé un nuevo nivel de certeza.

La única forma de hacer que crezca nuestra certeza es cuando nuestras dudas crecen día tras día. La asistencia que el Creador nos da es un nivel de certeza nuevo y más desarrollado. La certeza de ayer ya no es suficiente como para sustentarme el día de hoy.
A medida que nos desarrollamos, el Oponente también requiere ser un poco más fuerte. Es por ello que tendremos momentos de duda y oscuridad, todos los días, para estimular el proceso de crecimiento de la siguiente manera:
* El Creador nos ve y pregunta: “¿Qué nivel de certeza tiene esta persona?”.
*  El Creador entonces calcula de forma precisa cuánta oposición y duda requerimos vencer cada uno de nosotros.
*  Si hacemos el trabajo y lo pedimos, el Creador nos dará exactamente el nuevo nivel de certeza que requerimos.
Ya que no podemos manejar nuestro máximo desafío ahora, el Creador nos da pequeños desafíos diarios con el fin de fortalecernos. Esta es la razón por la cual, paso a paso, recibimos pequeñas cantidades de oscuridad, dolor, confusión y duda.
Algo que aprendemos de esta enseñanza es a apreciar la perfección del sistema. Las pruebas que recibimos son perfectas para nuestro proceso. En esto consistía la vida de Avraham y era así como él percibía los desafíos: el Creador le pidió que dejara su tierra y se mudara a otro lugar. 

Cuando llegó, ¡había una hambruna y tuvo que mudarse de inmediato nuevamente! Era muy confuso y no tenía ningún sentido, ni siquiera para Avraham. Finalmente, para su décima y última prueba de certeza, el Creador le pidió que sacrificara a su querido hijo, Yitsjak (acción que al final no tuvo que llevar a cabo).
Avraham sabía que cualquier cosa que está ocurriendo en este momento es perfecto para mi proceso de despertar duda y confusión. El universo me está dando el deseo por un nivel mayor de certeza para así poder pedir y recibirlo. Avraham estaba emocionado y esperaba la duda y la confusión nuevas. Si todo tuviera sentido, ¡no habría requerido de pedir mayor certeza! 

Ese es el único propósito de los desafíos y del dolor, que podamos darnos cuenta de que requerimos una certeza mayor cada día. El único propósito de todas las pruebas de Avraham era despertar más confusión para que así tuviera una vasija para recibir una certeza mayor.
Así que, ¿cuál es el significado del “sacrificio de Avraham” que le permitió despertar bendiciones infinitas para el mundo?

Cuando la duda y la confusión llegaban a él durante cada prueba y su mente le decía: “Esto no tienen ningún sentido” o “Debería estar triste y molestarme con el Creador”, Avraham en su lugar decía: “Sacrificaré mi mente lógica y pediré una certeza mayor”. Él quería los desafíos que le permitirían sacrificar la claridad y la certeza de ayer para reemplazarlas por niveles nuevos y más elevados. Esta es la razón por la cual Avraham alcanzó un nivel que nunca nadie había alcanzado antes. El ejemplo de Avraham nos muestra que nosotros también podemos alcanzar un nivel que jamás pudimos imaginar que fuera posible de alcanzar.  


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