La verdad del crecimiento personal
Alguna vez has notado que tendemos a acudir a nuestro camino espiritual cuando queremos algo por parte del Creador? Quizá tengamos problemas para encontrar el amor, o tal vez nuestra profesión no marche exactamente como lo planeamos. Quizá estemos teniendo problemas con los hijos o dificultades financieras. Solemos comprometernos más con nuestro camino o estilo de vida espiritual cuando sentimos alguna clase de carencia en la vida, con la esperanza de que, al hacerlo, recibamos las bendiciones que buscamos. Si bien es cierto que cuanto más nos conectemos con el Creador, más permitiremos que fluyan bendiciones a nuestra vida, usualmente sucede que cuando obtenemos lo que queríamos, seguimos sin estar satisfechos. Esto se debe a que toda nuestra noción de crecimiento personal está tergiversada.
Solemos considerar el crecimiento personal como un medio para alcanzar las cosas que deseamos en la vida. En realidad es al contrario: las cosas que tenemos en nuestra vida son nuestros medios para alcanzar el crecimiento personal. La meta es el crecimiento. Todo lo demás es el vehículo que nos ayuda a alcanzar esa meta.
Observa a tu alrededor todas las bendiciones en tu vida. Quizá has trabajado duro y ahora tienes un hermoso hogar. Es fácil pensar que todo tu tiempo y esfuerzo valieron la pena ahora que has sido recompensado con una casa que amas. Sin embargo, nuestra alma nos dice que el trabajo no se detiene ahí. Ahora que tienes un hogar, tienes habitaciones adicionales para recibir a invitados y hacerles sentir acogidos. Tienes el espacio para comenzar una familia y traer nueva vida a este mundo. Tu hogar puede ser usado como una herramienta para compartir más con los demás. Es el punto de partida, no el fin.
Sucede lo mismo con las cosas que queremos pero que todavía no tenemos. Solemos pensar que seremos felices cuando las tengamos. Pensamos: “Si tan solo tuviese ese empleo, sería feliz”. La mayoría de nosotros sabe que en muchas ocasiones, incluso cuando obtenemos el empleo, seguimos sin ser felices. Solamente obtener el empleo no satisface a nuestra alma, porque ella sabe cuánto más necesita hacer para crecer. Sabe cuánto más podemos acercarnos al Creador y cuántas bendiciones más podemos recibir gracias a ese proceso. Cuando tenemos un buen empleo, tenemos más dinero para ayudar a los demás; ya sea a través de donaciones o al proveer para una familia. Quizá nos permita contratar a personas y generar más empleos. Una bendición solo es beneficiosa en la medida que permita el crecimiento continuo a través del dar.
El trabajo espiritual es preguntarnos: “¿Cómo puedo crecer gracias a las cosas en mi vida? ¿Y cómo puedo crecer aún más gracias a las cosas que quiero?”. Esto no se refiere solamente a lo físico.
Cuando oramos por felicidad, fortaleza, amor o sanación, deberíamos pensar en cómo podemos usar esas cosas para compartir más con los demás. El trabajo no termina cuando nos sentimos felices, sanos o amados. Al contrario, un mejor estado mental nos pone en una situación más favorable para compartir más con los demás y acercarnos a la Luz.
La verdadera plenitud viene cuando estamos al servicio de los demás y de la Luz, cuando desarrollamos constantemente nuestra capacidad de dar. Nuestra meta debería ser aumentar nuestro deseo cada vez más diariamente, no solo por nosotros sino por el mundo.
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