El
chismorreo lastima a los demás, pero dime, ¿cómo nos lastima a nosotros mismos?
Aparte de la naturaleza obviamente hiriente del chismorreo, del que lastima a
las personas de las cuales se está chismeando, estamos causando un daño
irreversible a nosotros mismos, de dos maneras:
EL PRIMERO:
Cuando
chismorreamos sobre otra persona, toda la INTEGRIDAD espiritual, la energía que obtenemos de nuestras acciones amables,
influencias proactivas, generosidad, conexión con la INTEGRIDAD, etc., se transfiere inmediatamente a la
persona acerca de la cual estamos chismeando.
En otras palabras, podemos hablar de
quien queramos, pero el precio que pagamos es la retribución que obtenemos por
nuestro diligente trabajo espiritual. Es casi como una bonificación que hacemos
a la persona de la cual estamos hablando.
Es irónico, ¿verdad? Si te encuentras
trabajando duramente en un nivel espiritual pero sientes que obtienes pocos
resultados, puede ser que te hace falta comprobar cuál es el grado de tu
chismorreo.
No estamos diciendo que sea la única
explicación para no sentirse vigorizado en este camino, pero es un factor
importante.
EL SEGUNDO:
Es un peligro más sutil. Si estás
chismorreando sobre otras personas, las estás juzgando. Y todo el juicio que
les dirigimos regresa a nosotros. No hay forma de huir de eso. No hay ningún
juicio que pueda venir a nosotros que nosotros no hayamos dirigido antes a
otras personas.
De la misma forma, si te encuentras
siendo juzgado y no comprendes por qué, pregúntate a quién y cuánto has estado
juzgando. La conclusión final es que tendemos a infravalorar el poder de
nuestras palabras. Lo que sacamos hacia fuera regresa a nosotros y sin
domicilio del remitente.
Controla tu lengua. Piensa dos veces
antes de hablar.
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