Alfred Adler fue un médico vienés que tuvo un gran impacto en las teorías sobre la mente humana. Junto con Sigmund Freud y Carl Gustav Jung cierra el círculo de “los tres grandes” o, en otras palabras, de los fundadores de lo que se conoce como “psicología profunda”.
Adler nació en Viena (Austria) el 7 de febrero de 1870. Fue el segundo de seis hijos. Su padre era un comerciante judío de cereal y su madre un ama de casa. Pasó su infancia en los suburbios de la capital austriaca. Tenía una salud muy frágil, ya que padecía raquitismo y además fue atropellado por un coche en una ocasión.
“La experiencia es una de las causas del éxito o fracaso. No sufrimos el impacto de nuestras experiencias, llamadas traumas, sino que las adaptamos a nuestros propósitos”.-Alfred Adler-
Uno de sus hermanos murió de difteria cuando él tenía 4 años y él no enfermó, pese a que dormían en la misma cama. Sin embargo, a los 5 años contrajo una brutal neumonía que lo dejó marcado para siempre. Fue entonces cuando tomó la decisión de ser médico. Por lo demás, fue un niño normal que se distinguía por ser muy extrovertido y juguetón. No sentía especial inclinación hacia el estudio, pero en cambio era muy competitivo.
Recibió su título de médico en la Universidad de Viena en 1895. Comenzó trabajando como oftalmólogo. Entró en contacto con personas que tenían discapacidades visuales y ahí comenzaron a forjarse sus ideas sobre la mente humana. Más adelante cambió a medicina general y allí atendió a gentes de circo, lo cual también incidió sobre sus ideas de inferioridad y superioridad, que desarrollaría después. Después ejerció como neurólogo y luego como psiquiatra.
El encuentro entre Alfred Adler y Freud
Gracias a su práctica médica, Alfred Adler comenzó a interesarse por los fenómenos de la mente humana. Sin tener todavía un objetivo claro, el joven médico vienés empezó a recopilar material sobre las consecuencias físicas y psíquicas de las discapacidades o limitaciones orgánicas. En 1902 conoció personalmente a Sigmund Freud y se sintió muy atraído por sus ideas.
El propio Freud lo invitó a formar parte de su círculo más cercano. Alfred Adler comenzó a participar en las famosas tertulias en la casa de Freud, o la “Sociedad psicológica de los Miércoles”, que más tarde se llamaría “Asociación Psicoanalítica de Viena”. En 1904 expresa los primeros desacuerdos con la teoría freudiana, pero se mantiene dentro de la sociedad psicoanalítica por petición expresa de su mentor.
En 1910 comienza a editar la “Revista de psicoanálisis”, junto con Freud y Stekel. Adler era el director de la publicación. Las tensiones con la teoría de Freud crecen y en agosto de 1911 decide apartarse para siempre del psicoanálisis tradicional. Lo anuncia a través de un editorial en la revista que dirigía.
Los desacuerdos de Adler con la teoría psicoanalítica clásica
Alfred Adler compartía muchos de los postulados de Sigmund Freud. De hecho, nunca se desligó del todo de ellos. Sin embargo, también tenía serios reparos en torno a ciertos énfasis y enfoques del padre de psicoanálisis. Básicamente mostraba desacuerdos en dos grandes puntos:
- Adler no creía que lo sexual fuera el regulador esencial de la conducta humana.
- Tampoco creía en el determinismo absoluto de lo inconsciente.
A diferencia de Freud, Adler pensaba que la pulsión básica del ser humano era la voluntad de poder y no el instinto sexual. Su pensamiento estaba fuertemente influenciado por la filosofía de Nietzsche. Estaba convencido de que la voluntad de poder en los seres humanos era tan o incluso más importante que el impulso sexual. Sostenía que su frustración daba origen a un complejo de inferioridad, que con el tiempo se convertía en el caldo de cultivo para diferentes trastornos psicológicos.
Al mismo tiempo, Alfred Adler rechazaba la idea de que las primeras vivencias se fijaran en el inconsciente y se convirtieran en los determinantes de la vida psíquica. Por el contrario, daba enorme valor a la capacidad del individuo para direccionar y darle un sentido a su vida en el aquí y el ahora.
Adler sentó las bases de su teoría basándose en lo que había observado en sus pacientes. Muchos de ellos arrastraban un largo historial de limitaciones físicas. En este sentido encontró que mientras unos convertían esas experiencias en la motivación suficiente para desarrollar formas originales de compensarlas, otros se quedaban anclados a sus frustraciones y no lograban avanzar. A partir de esto, Adler le otorgó una enorme importancia a la voluntad humana para salir de las dificultades.
La psicología individual de Alfred Adler
Adler fundó en 1911 la “Sociedad Psicoanalítica Libre”, que en 1912 pasó a llamarse “Sociedad de Psicología Individual”. El nombre de psicología individual puede parecer contradictorio ya que Adler le concede una gran importancia a los factores sociales y del entorno en la formación y el bienestar de las personas. En este sentido, la etiqueta de individual es acuñada e identificada con Adler porque este pensaba que aunque esta influencia social fuera grande, en cada persona tenía un efecto distinto. Un razonamiento parecido al que hacíamos antes con la discapacidad.
Uno de los primeros conceptos postulados por Alfred Adler fue el de “compensación”. Estaba basado en el modelo de “patología constitucional” y afirmaba que el cuerpo, por sí solo, ofrece una compensación a cualquier insuficiencia orgánica. Esa compensación, en principio, tenía lugar en la mente y luego se traducía al cuerpo. Como oftalmólogo, él mismo notó que varios pacientes, con importantes deficiencias de visión, se volvían excelentes lectores.
La principal fuerza en cada individuo es la voluntad de poder, según Adler. Sin embargo, cuando esta pulsión se frustra aparece lo que él denomina como “complejo de inferioridad”. Es una sensación neurótica de incapacidad o incompetencia, derivada de las experiencias y del entorno. Para compensar esta condición, surge también un “complejo de superioridad” por el que el individuo desarrolla percepciones y deseos desproporcionadamente elevados para su propia persona.
En esos casos, el proceso de compensación hace que aparezcan dos opciones. Una, que el individuo compense su sentimiento de inferioridad mediante el desarrollo de nuevas potencialidades. La otra, que el individuo quede atrapado en su sentimiento de inferioridad y desarrolle un complejo de superioridad insano que lo lleve al cinismo, la frustración, la indolencia e, incluso, al crimen.
El legado de Alfred Adler
Las teorías de Alfred Adler tuvieron un gran impacto en su época. No solo adquirieron gran popularidad en Europa, sino también en los Estados Unidos, en donde fue un exitoso conferenciante e incluso maestro de cátedra en prestigiosas universidades. Esto a pesar de que sus libros y sus ideas fueron proscritas en su tierra natal y en varios lugares de Europa durante el ascenso del nazismo.
El énfasis en la voluntad del individuo y en la capacidad para modificar su destino tuvieron gran impacto en corrientes posteriores, como la psicología humanista, el psicoanálisis social de Erich Fromm y la Logoterapia de Viktor Frankl. Asimismo, muchos de sus postulados son empleados recurrentemente por la llamada psicología de “autoayuda”.
Los planteamientos básicos de la psicología individual quedaron consagrados en la obra “El carácter neurótico”, publicada en 1912. Otras obras que recogen el legado de Adler son “La práctica y la teoría de la psicología individual” (1920); “Conocimiento del hombre” (1926); “Comprensión de la naturaleza humana” (1928-1930); “La educación de los niños” (1929); “La ciencia de vivir” (1957); y “Superioridad e interés social” (obra póstuma de 1965).
Edith Sánchez
No hay comentarios:
Publicar un comentario