Cuando reaccionamos a cualquier situación o suceso externo en nuestras vidas, somos meramente un efecto y no una causa; estamos siendo reactivos, no proactivos.
Si en nuestra vida no se produce ningún incremento personal o cambio de naturaleza, es que no estamos creando nuevos niveles espirituales de existencia para nosotros mismos.
Cuando permitimos que fuerzas externas reactivas, influyan en nuestra emocionalidad, dejamos de tener el control.
Cuando nos comportamos de manera egocéntrica o nos centramos en nosotros mismos, no estamos COMPARTIENDO, sino que estamos recibiendo gratificación para nuestro ego.
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