domingo, 20 de octubre de 2019

Tal vez los asustes...

Tal vez los asustas porque eres demasiado honesto en una época en que las personas se sienten atraídas por la dulzura, atraídas por aquellos que manipulan sus oraciones, y aquellos que saben cómo hacer que una mentira suene más dulce que la verdad.
Tal vez tu verdad es amarga para aquellos que no quieren probar la original, para aquellos que solo quieren la cereza del pastel.
Tal vez los asustas porque sabes lo que quieres y sabes lo que no quieres, y todos los demás se pierden tratando de averiguarlo. Tal vez se pierden en su propia incertidumbre hasta el punto de rechazar cualquier cosa que sea segura de sí misma, o tal vez simplemente se acostumbraron a que las personas no estén seguras de ellos, y ahora no entienden a los que sí lo están.
Tal vez los asustas porque no quieres jugar juegos cuando todos compiten, cuando todos están obsesionados con ganar, que al no jugar te convierte en un perdedor.

Tal vez estés rodeado de personas que son expertos en jugar el juego, no saben cómo es el otro lado y no quieren volver a ser principiantes.

Tal vez los asustas porque les dices lo que no quieren escuchar, y se han acostumbrado tanto a que las personas les den mentiras para conquistarlos. Tal vez quieran creer la imagen que las personas han creado para ellos y no quieren buscar quiénes son realmente. Tal vez tus palabras les sean tan poco familiares que simplemente no las creen o ni siquiera las entienden.
Tal vez los asustas porque prestas atención. No olvidas lo que dijeron cuando estaban enojados o cuando eran vulnerables, prestas atención a sus ojos y su lenguaje corporal, prestas atención al tono de su voz y sus gestos con las manos, tal vez no estén acostumbrados a ser vistos o escuchados, y tu atención los hace sentir incómodos porque significa que tienen que quitarse las máscaras.
Tal vez los asustas porque sabes que están asustados y todavía no eres cauteloso.

Tal vez eres imprudente con tu corazón y tus emociones y ellos no saben cómo manejarlos, no saben cómo manejar cualquier cosa que perturbe su seguridad, que perturbe su rutina o que perturbe su realidad. Tal vez tu corazón late más rápido que ellos y no pueden alcanzarte.

Tal vez los asustas porque no los necesitas. Porque saben que puedes sobrevivir sin ellos, porque saben que no los esperarás, porque saben que te defenderás y porque saben que no te permitirás ser otro número en su lista.
Tal vez los asustas porque te valoras a ti mismo, porque eres lo suficientemente fuerte como para alejarte, y porque eres lo suficientemente inteligente como para saber tu valor. Tal vez se acostumbraron tanto a ser colocados en un pedestal que no saben cómo estar en ningún otro lugar.
No importa cuál sea la razón, sigue asustándolos. Sigue asustándolos con honestidad, con tu fuerza, con tu amabilidad, con tu amor, con tu comprensión, con tus palabras, con tus ojos, con tu presencia y con tu habilidad para leerlos. Sigue leyéndolos hasta que encuentres a alguien que sea tan intrépido como tú y que no se asuste con tanta facilidad, alguien que sea tan aterrador como tú que empieces a asustarte.

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