viernes, 25 de octubre de 2019

El propósito de las enfermedades

La enfermedad frecuentemente se ha entendido como un castigo, como algo externo a nosotros que llega a amenazar nuestra integridad, como algo que combatir, algo que pasa por que sí o porque así nacimos; sin embargo, entenderla de esta manera, lejos de ayudarnos, termina por sumirnos en el victimismo y en el temor constante de que “nos toque” padecerla alguna vez.
Lo primero que debemos entender es que *la enfermedad nace siempre en la mente*, no en el cuerpo; por lo tanto, lo que debemos curar es la mente y con esto me refiero a nuestras creencias inconscientes, el cómo percibimos cada situación*. Lo que pasa en nuestro cuerpo y todo aquello que “nos toca vivir” solo muestra lo que hay en nuestra mente.

Para curarnos, lejos de atacar a la enfermedad, lo que debemos hacer es comprender el propósito que conlleva el que presentemos determinados síntomas. Y la primer pregunta no es el ¿por qué? sino el ¿para qué?, ¿para qué me pasa esto? Y la respuesta la tendremos contestándonos éstas otras preguntas: ¿qué es lo que me impide hacer?, ¿en qué me beneficia sentirme así?, ¿qué gano con esto?, ¿Qué me está diciendo este síntoma?

Pongamos un ejemplo. Cuando tenemos insomnio es común recurrir a remedios de toda clase, medicamentos, rituales y ceremonias extrañas, que seguramente nos ayudaran por algún tiempo pero en determinado momento nos encontraremos igual. Lo que debemos descubrir es el propósito de la enfermedad y si pensamos un poco, encontraremos que el sentido o el propósito del insomnio es mantenernos alerta y por lo general es ante algún peligro.

El siguiente punto es averiguar cuál es el peligro, para esto debemos ir al momento en que inició el insomnio que pudo ser algunos meses o años atrás y ubicar el contexto ¿Por qué situación estoy pasando? ¿Con quién o quiénes convivo? ¿Hay algo de lo que me deba defender? ¿Qué situación de peligro estoy viviendo? Y las respuestas serán diferentes para cada persona y aquí debo aclarar que el inconsciente no hace diferencia entre real y simbólico; es decir, no distingue si algo pasa realmente o es algo que pensamos que puede pasar. Por ejemplo, digamos que cuando iniciaron los síntomas estoy pasando por un proceso de divorcio y mi pareja ha declarado que me quitará todo lo que pueda, esa es razón suficiente para que nuestro inconsciente de una solución para mantenernos alerta, para que no me dejen sin hogar por ejemplo. Puede parecer irracional, pero es así como el inconsciente funciona. Otro ejemplo pudiera ser cuando una mujer accede a tener relaciones con su marido sin desearlo, y ya está cansada de hacerlo, esta es otra razón para mantenerse alerta durante la noche. En un ejemplo más digamos que un hijo en algún momento padeció una enfermedad grave o al menos así lo vivimos como padres, nuestro inconsciente nos mantendrá despiertos para vigilar que nuestro hijo esté bien, no importando que el suceso ya se haya resuelto hace algunos años y nuestro hijo esté sano actualmente.
Analicemos un ejemplo diferente, la colitis o inflamación del colon. Para empezar, siempre que el nombre de la enfermedad termina en “itis” se trata de una situación que vivimos con ira o rabia, algunos dirán coraje (pero no en el buen sentido de esta palabra); otra pista, es que en el colon solo hay materia para eliminar, desecho, porquería por así decirlo. Entonces, lo que debemos hacer es ir al momento en que iniciaron los síntomas y ver qué situación indigesta, intolerable, insoportable y pudiera ser también repugnante vivimos con enojo o ira, que definitivamente ha seguido repitiéndose, tal vez con menor intensidad, pero ha sido constante.
Como podemos ver, *la enfermedad es una respuesta para afrontar algún conflicto*. *Lo que debemos solucionar es el conflicto no los síntomas que este produce*.
*El conflicto se origina cuando hay alguna emoción que no ha sido expresada ya sea por miedo, por ser respetuosos o por convencionalismos sociales*. En el momento del conflicto efectivamente hay una emoción que sí expresamos, pero está será siempre la socialmente aceptada, la que sí puedo mostrar y es la que me vienen a contar en la consulta, pero eso no resuelve nada. La que hay que encontrar es la que no se dijo, la que no se expresó y sigue guardada. Por ejemplo, alguien me insultó y, como soy hombre, me mostré agresivo y furioso, ésta es la emoción aceptada pero la oculta bien pudiera ser tristeza por que quien me ha insultado es alguien que yo apreciaba mucho.
Sanarnos es más fácil e incluso más rápido de lo que parece, solo es cuestión de identificar el conflicto que desencadena los síntomas, encontrar y expresar la emoción que quedó guardada desde aquel momento y, una vez liberada, el cuerpo deja de avisarnos que hay algo pendiente que atender. *En general es muy simple sanarnos, lo complicado en determinado momento es encontrar la emoción no expresada por que ha sido reprimida*.
Para terminar solo dejo esta frase de Carl G. Jung que resume perfectamente todo lo que les he compartido: “*La enfermedad es el esfuerzo que hace la naturaleza para curar al hombre*”

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