“Es más fácil ser una víctima culpando a los demás de nuestros problemas, porque así no tenemos que asumir el dolor de nuestras propias decisiones”.-Anónimo-
Hacerse la víctima es una forma bastante habitual que usan las personas para manejar la ira y el enojo. Esto crea senti-mientos negativos muy perjudiciales.
Muchas personas adoptan el papel de víctimas de forma involuntaria, porque tienen miedo de su propia ira e incluso niegan su existencia, y anticipan el daño que les causaría.
Con esta expectativa en la mente y una alta sensibilidad a la ira en los demás, pueden llegar a distorsionar las expresiones o actitudes de otros, llegando a pensar que tienen otras intenciones diferentes a las reales.
Así, la ira que habrían experimentado en respuesta a la frustración o al estrés se transforma en miedo y desconfianza hacia los demás, y en senti-mientos de haber sido heridos.
Reconocer la ira es algo fundamental para empezar un proceso de acabar con ella. Aunque creamos que sentimos pena por la situación, que estamos tristes, en realidad estamos enfadados.
La buena noticia es que es posible adoptar ciertas medidas para dejar de ser una víctima y tomar el control. En este sentido, se requiere dejar de usar ciertas palabras que ayudan a justificar la ira, tales como “justo”, “debería/debe”, “derecho” o “mal”.
Cuando se utilizan estas palabras para justificar la ira, hacen que la persona se ate a sus senti-mientos de frustración porque entienden que alguien está obligado a satisfacer sus necesidades (“esto debe ser así” y “tú deberías haber hecho esto”, “tengo derecho a” … “alguien debe responder por ello”, etc.).
Al desafiar estas formas habituales de hablar, las personas pueden descubrir formas diferntes de comunicación en las que toman plena responsabilidad por sus senti-mientos y acciones, sintiéndose libres para explorar alternativas.
Ahora es el momento de que tú decidas, ¿qué vas a ser? víctima, o PROTAGONISTA DE TU VIDA?.
(Recopilación).
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