La gente desea un trabajo estable.
Una pareja estable.
Estabilidad financiera.
Estabilidad política.
Estabilidad emocional.
Cuando van en el avión, todos desean la estabilidad de la aeronave para tener un viaje placentero.
Estabilidad es yang e inestabilidad es yin.
Las personas que toman ansiolíticos en dosis importantes pierden la estabilidad al caminar y se caen y fracturan con frecuencia.
Por eso a partir de cierta edad la mayor parte de las personas que no han cultivado apasionadamente una salud de hierro, necesitan un bastón.
Porque no tienen estabilidad.
Estabilidad es salud.
Para estabilizar la salud hay que estabilizar la nutrición.
Así aumenta la fuerza vital.
Quien cambia de idea todo el tiempo.
Quien cambia frecuentemente de pareja.
Quien cambia de trabajo cada dos por tres.
No tiene estabilidad y así no se logra avanzar hacia la felicidad.
Entonces muchos se curan con una dieta simple de cereales, verduras, algas y semillas.
Mayormente alimentación de calidad vegetal.
Y luego de unos meses logran una gran transformación en su salud.
Entonces comienzan a buscar variaciones.
Para no "aburrirse" de comer siempre lo mismo.
El bebé no se aburre de la leche materna.
Ni el venado de comer hierbas frescas.
No debemos confundir rutina con estabilidad.
Cuando las personas piden variaciones.
No comprenden que lo que requieren es preparar mejor lo que les conviene.
La solución no está en experimentar alimentos diferentes.
Sino es preparar mejor lo que comen a diario.
Pero en vez de buscar la excelencia en el sabor y textura de sus platos cotidianos.
Buscan remediar su insatisfacción en "variaciones" que muchas veces son el recuerdo de los antiguos hábitos que crearon la enfermedad.
Cuando alguien me reclama que le aburre el arroz.
O que no consigue comerlo.
Siento que todavía no ha madurado.
Que aún no ha comprendido la importancia del cereal como el vehículo biológico para que el humano se convierta en divino.
Y temporalmente no podrá acceder a la salud absoluta.
Porque sin cereales y sin una profunda gratitud que conmueva hasta la última fibra de su ser, el humano no podrá experimentar la gloria de ser infinito.
-Martín Macedo-
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