El miedo y la culpabilidad no son lo mismo. El miedo que se acepta se convierte en libertad; el miedo que se niega, que se rechaza, que se condena, se convierte en culpabilidad. Si aceptas el miedo como parte de la situación...
Es parte de la situación. El ser humano es una parte, una parte muy pequeña, una parte diminuta; la totalidad es extensa, el hombre es una gota, una pequeña gota, y la totalidad es todo el océano. Surge un temor: «Quizá me pierda en la totalidad; puede desaparecer mi identidad. » Ése es el miedo a la muerte. Cualquier miedo es miedo a la muerte. Y el miedo a la muerte es el miedo a la aniquilación.
Es natural que el hombre tenga miedo, sea temeroso. Si lo aceptas, si dices que la vida es así, si lo aceptas del todo, el temor desaparece inmediatamente y el miedo —la misma energía que se estaba convirtiendo en miedo— se desenrosca y se convierte en libertad. Entonces sabes que aunque la gota desaparezca en el océano, seguirá estando ahí. De hecho, se convertirá en todo el océano. La muerte se convierte en el nirvana, ya no tienes miedo de perderte. Ahora entiendes cuando Jesús decía: «Si salvas tu vida la perderás y si la pierdes te salvarás»
La única forma de ir más allá de la muerte es aceptarla. Entonces desaparece. La única forma de no tener miedo es aceptarlo. Entonces, la energía que se desprende se convierte en libertad. Pero si lo condenas, si lo reprimes, si escondes el hecho de que tienes miedo, si te escudas, si te proteges y estás a la defensiva, surge la culpabilidad.
Cualquier cosa que reprimes provoca culpabilidad; todo lo que no permites provoca culpabilidad; todo lo que está contra la naturaleza provoca culpabilidad. Entonces, te sientes culpable de haber mentido a los demás y a ti mismo. La falta de autenticidad es culpabilidad.
Tú preguntas: «¿El miedo y la culpabilidad son lo mismo?» No. El miedo puede ser culpabilidad, pero puede no serlo. Depende de lo que hagas con el miedo. Si haces algo que no está bien, se convierte en culpabilidad. Si lo aceptas y no haces nada —¡no hay nada que hacer!— se convierte en libertad, se convierte en ausencia de miedo.
No te digas a ti mismo que eres horrible, malo, un pecador. No te condenes. Eres lo que eres. No seas culpable, no te sientas culpable. Aunque algo esté mal, tú no estás mal. Quizá has actuado de un modo equivocado, pero eso no significa que tú estés mal. Puede haber una acción equivocada, pero el ser siempre está bien.
El ego siempre surge del miedo. Una persona sin miedo no tiene ego. El ego es una protección, una armadura. Como tienes miedo, das la impresión de que eres tal y tal, esto y lo otro, ¿no es verdad? Para que nadie se atreva... pero básicamente, es miedo. ¡Muy bien! Cuando miras profundamente dentro de él y encuentras el motivo básico, entonces se convierte en algo sencillo. La gente está luchando con el ego, pero el ego no es problema real. Estás luchando con un síntoma, no con la enfermedad en sí. La verdadera enfermedad es el miedo. Puedes seguir luchando con el ego pero seguirás sin dar en el blanco, porque el ego no es el verdadero enemigo, es falso. Aunque tú ganes, no ganarás nada. No puedes ganar porque sólo se puede derrotar a un verdadero enemigo, y no a un enemigo falso que no existe. Sólo es una apariencia. Es como si tuvieses una herida con un aspecto horrible y la adornaras con algo.
El ego es así. El miedo existe, pero nadie quiere mostrar su miedo, porque si los demás ven que tienes miedo, habrá algunas personas que te asustarán más. Cuando se dan cuenta de que tienes mucho miedo, todo el mundo empieza a atacar. Disfrutan humillándote, dándose cuenta que eres más débil. La gente disfruta aprovechándose, dándole patadas a alguien...
Siempre que alguien tiene miedo, crea un gran ego para rodear el miedo y va hinchando el globo del ego, hasta que es demasiado grande. Adolf Hitler e Idi Amin de Uganda... ese tipo de personas estuvieron muy hinchadas. Entonces empezaron a asustar a los demás. Debéis saber que cualquier persona que intente asustar a los demás, en el fondo tiene miedo, si no, ¿por qué lo hace? ¿Qué sentido tiene? ¿Quién se va a molestar en asustarte si él mismo no tiene miedo?
No luches con el ego. Más bien, obsérvalo e intenta aceptarlo. Es natural... forma parte de la vida. No es necesario esconderlo; no es necesario disimular. Está ahí, todos los seres humanos están llenos de miedo. Forma parte de la humanidad. Acéptalo, el ego desaparece en cuanto lo aceptas, porque entonces ya no tiene sentido que el ego siga existiendo.
Osho
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