martes, 16 de octubre de 2018

Lo que es infinito no puede disminuir


En el mundo de la dualidad hay fuertes y débiles.
Nosotros somos duales y por eso tenemos fortalezas y debilidades.
En la naturaleza salvaje los fuertes prevalecen y prosperan.
Mientras que los débiles son abatidos y descartados.
Nadie desea la debilidad física, la debilidad muscular o la debilidad de su sistema inmune.
Después de los 40 años las manos ya no tienen tanta fuerza y las piernas se mueven con lentitud.
Cuando un futbolista ronda los 35 años siente claramente que su carrera está llegando a su fin.
Y por esa razón desde tiempos inmemoriales el hombre ha buscado la fuente de la "eterna juventud".
Pero hay una fuerza que es infinita.
Que no disminuye con la edad.
Porque lo que es infinito no puede disminuir.
Sólo lo finito puede disminuir.
El cuerpo es finito, por eso la fuerza del cuerpo disminuye.
Por mucha voluntad que pongamos, por muchas horas que pasemos en el gimnasio, la fuerza finita es cada vez menor hasta que la vida se extingue como la llama de una vela.
A veces miro los videos de famosas estrellas del cine como Stallone o Van Damme que rondando los 70 años entrenan en el gimnasio con pasión salvaje intentando conservar su maravillosa fuerza que los hizo celebridades.
Pero ni en el gimnasio ni en la dieta encontrarán la fuente de la fuerza infinita porque la buscan en el lugar equivocado.
La única fuente de la fuerza infinita se halla en el ámbito de la mente.
Tanto los jóvenes como los mayores están hambrientos de esa fuerza que es ilimitada y que nos asiste para progresar en la vida.
A ese tipo de fuerza sólo se accede por la contemplación.
Sólo cuando comprendemos que somos infinitos accedemos a la fuerza infinita.
Accedemos a la salud infinita.
A la prosperidad infinita y a la felicidad infinita.
Sólo cuando la mente se enfoca y visualiza cosas infinitas podrá acceder a ellas.
Tenemos esa libertad.
Ese derecho.
Pero nos han enseñado a ser lógicos.
Y que "más vale pájaro en mano que cien volando".
Y así la mayor parte del mundo padece privaciones.
Excepto un puñado de soñadores que han creído en sus visiones y han hecho lo que se requiere.
Por esa razón sólo los que tienen la voluntad infinita de curarse pueden progresar con éxito en la macrobiótica.
Harán lo que haya que hacer porque su pasión es mayor que sus miedos.

-Martín Macedo-

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