lunes, 4 de mayo de 2020

Los trastornos autoinmunes


Los trastornos autoinmunes están aumentando en todo el mundo y afectan cada vez a más tejidos y órganos.
La inteligencia infinita está en cada célula del universo; está en cada átomo y en cada partícula subatómica.
El sistema inmune tiene una complejidad abrumadora y los especialistas deben estudiar durante años para poder comprender sus mecanismos básicos.
El sistema inmune es una expresión de la gran inteligencia del universo y por eso está diseñada para garantizar nuestra supervivencia durante teóricamente 100 años o más.
En los trastornos autoinmunes esta inteligencia de infinita grandeza y belleza se convierte en des - inteligencia.
El sistema inmune se vuelve “tonto” y ataca torpemente las válvulas cardíacas, las articulaciones, los ojos, los oídos y los elementos formes de la sangre como las plaquetas, coagulando la sangre circulante para aumentar el riesgo de infartos y otros cuadros que pueden generar la muerte o lesiones invalidantes.
Para que los componentes del sistema inmune fallen de una manera tan catastrófica, evidentemente debe hacer una situación tóxica en el ambiente donde viven estas células y tejidos altamente especializados.
La célula es hija del ambiente, al igual que todas las cosas vivas.
Los seres vivientes no pueden separarse de su ambiente.
Si el ambiente cambia los seres cambian, si el ambiente se contamina los seres mueren o se convierten en mutantes como una forma de responder al cambio ambiental.
Si los elementos activos del sistema inmune fallan de una forma tan dramática se debe a que el ambiente se ha contaminado y acidificado durante un largo tiempo.
El ambiente donde viven nuestras células es la sangre.
Para que el sistema inmune falle de una forma tan profunda, debe haber ocurrido un profundo deterioro de la calidad sanguínea.
Los estudios epidemiológicos indican que los trastornos auto inmunes aumentan mucho más en las grandes urbes en comparación con las pequeñas poblaciones o las zonas rurales.
Se debe a que en las grandes urbes la contaminación del agua, del aire, los campos electromagnéticos y la calidad artificial de la alimentación cae dramáticamente.
Entonces la gente en las grandes ciudades está estresada, cansada y toma drogas y medicamentos para seguir funcionando, lo que agrava las condiciones pésimas de su calidad sanguínea.
Porque además sus emociones también se vuelven tóxicas, por el estilo de vida hedonista que busca poder y placeres efímeros, a costa de la propia salud y felicidad.

-Martín Macedo-

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