Es absurdo tenerle miedo al cáncer.
Y más absurdo tratar de destruirlo.
Un tumor es sólo un poco de biología.
Una aglomeración de células que funcionan fuera de armonía.
Y no lo hacen porque tengan una naturaleza maligna.
Sólo reaccionan a un medio alterado, acidificado, intoxicado.
Si colocamos este tumor en agua de mar.
La mayor parte de estas células morirá lentamente.
Y las que sobrevivan comenzarán a comportarse como células sanas.
Porque estarán en un medio sano.
Diseñadas para servir al bienestar del organismo que las alberga.
La información que está en el ADN es la que la célula necesita para dar un excelente servicio dentro de su rango de especialización.
Todas vinieron a servir.
Unas como hueso otras como neuronas y otras como músculo.
Todas derivan de la célula madre.
Las células madre son como los estudiantes de secundaria.
Cada uno de ellos es pluripotencial.
Pueden convertirse en ingenieros, abogados o químicos.
Van a la facultad para cursar estudios superiores.
Y se preparan para servir a la sociedad con su mejor habilidad.
Los médicos desean salvar vidas.
Los ingenieros construir puentes.
Los arquitectos bellas ciudades.
Pero si en su país estalla el caos.
Una guerra civil o una invasión por una potencia extranjera.
Algunos de estos jóvenes se contaminarán con el caos y el odio.
Y comenzarán a destruir porque el medio social y político los empuja a ello.
Pero cuando retorna la paz y el orden.
Vuelven a su proyecto original.
Servir a su país como profesionales de excelencia.
Siguiendo los dictados más elevados de su alma.
-Martín Macedo-
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