Hace más de 20 años me uní a un grupo de meditación budista zen, dirigido por un monje
que también era maestro de aikido y tai chi.
En ese grupo había mucho entusiasmo y cada
domingo de tarde se unía más gente.
Yo me dejé atraer hacia esa agrupación, como una
hoja es atraída hacia el centro de un ciclón.
Esperaba cada domingo para tener esa hora de
intensa energía y bienestar.
Y como le dije una vez a mi instructor, me volví “adicto” al zazen,
es decir a la práctica de la meditación zen.
Nos sentábamos sobre almohadones llamados
zafu y mirando hacia la pared.
Se nos animaba a mantener una postura elegante y correcta.
Si la postura es correcta,la mente estará correcta.
Hay una relación mente cuerpo muy clara
en los círculos donde se practica meditación, sea cual sea su estilo.
Desde ese momento
comprendí que continuaría meditando el resto de mi vida.
Y ahora continúo meditando y
recomendando su práctica.
Intentaré compartir con el lector los maravillosos alcances que
tiene esta práctica.
He hecho votos para continuar esta práctica y estimular a otros a
experimentar sus beneficios.
Esos votos no los hice en ningún templo ni agrupación.
Simplemente es una decisión que tomé desde mi corazón, como una contribución a elevar el
nivel de conciencia de mis hermanos y hermanas humanos, que convivimos en estos tiempos de grandes y profundos cambios tecnológicos y espirituales.
(Prefacio de mi libro corto sobre meditación)
-Martín Macedo-
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