Las leyes universales son un regalo para el mundo.
Quien las estudia y las aplica se asegura una vida venturosa y apasionante.
Porque son las leyes de la creación y la destrucción.
Pero a la mayoría de las personas no les interesa este tipo de estudios.
Afortunadamente no es vuestro caso.
Hoy veremos el gran poder de la ley de la siembra y la cosecha.
Ante todo debemos seleccionar la semilla correcta; nuestra cosecha depende absolutamente de esta simple decisión.
Asumimos que la imaginación es una fuerza omnipresente, omnisciente y siempre responde a las impresiones que recibe.
Las impresiones son las semillas.
Los humanos sembramos esas semillas y luego debemos esperar el tiempo de gestación.
Para un caballo el proceso de gestación es de 11 meses.
Para un humano son 270 días.
Para un pollo son 21 días.
La imaginación es como la madre Tierra; recibe la semilla y se ocupa de los detalles de la gestación.
Pero tenemos unos 60.000 pensamientos diarios y muchos son negativos.
La imaginación no discrimina cuáles nos convienen o no; hará lo que sabe hacer: darle forma a lo que allí se siembra y se cuida.
Si no se disciplina la imaginación todo el caos que allí entregamos tarde o temprano dará una expresión.
Supongamos que queremos experimentar esta Ley de la siembra y la cosecha.
Visualizamos que ganamos la lotería, un premio fabuloso.
Lo anotamos en un papel secreto, precisando la cantidad.
Ya está, ya sembramos.
Ahora hay que esperar, no hay que hacer mucho más, excepto una jugada mínima.
Como el óvulo fecundado, una vez que se funden los gametos el proceso avanza sólo.
La inteligencia infinita se ocupará de los detalles.
Pero el humano no tiene paciencia, comienza a dudar y a decir que es muy difícil, que se trata de probabilidades.
Para que el proceso de gestación no se interrumpa debemos tener la certeza del inevitable resultado exitoso.
Esta Ley es infalible, pero requiere fe, una fe constante y la paciencia para esperar el tiempo que cada gestación requiera.
Así que seleccionemos nuestras semillas y hagamos nuestra siembra.
Y si mantenemos nuestra mente enfocada, la cosecha será inevitable.
Nos toca la parte más fácil.
Y sin embargo grandes masas humanas cosechan todo tipo de calamidades.
Que ellos mismos han sembrado, pero aún así no desean estudiar.
-Martín Macedo-
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