martes, 30 de junio de 2020

La represión pervierte

Todas las religiones han sido fuentes de perversión. Cuando digo todas las religiones, no me refiero a Buda, no me refiero a Mahavira, no me refiero a Krishna, no me refiero a Cristo o Mahoma; me refiero a sus
seguidores. Ellos han sido la fuente, una gran fuente. ¿Y qué sucedió realmente? Observaron a Buda y comprobaron que el sexo había
desaparecido, de modo que convirtieron en una norma que el sexo tenía que desaparecer. Sólo puedes convertirte en Buda si desaparece el sexo, lo convirtieron en una norma, en una regla. Esto es plantear las cosas al
revés. El sexo desaparece porque Buda ha alcanzado su fuente interna, y no al revés. No ha renunciado al sexo y por eso se ha convertido en Buda, se ha convertido en Buda, por tanto, el sexo ha desaparecido. Pero, desde fuera, la gente observaba a Buda y vieron que el sexo había desaparecido; por tanto, si te quieres convertir en un Buda, abandona el sexo. A Buda no le interesaba el dinero, de modo que pensaron: «Para
convertirte en un Buda tienes que perder el interés por el dinero.»
Pero ¡estos enfoques son erróneos! Eso no es buscar la causa, sino tomar el efecto por la causa. La causa es la budeidad interna. Él se ha despertado a su ser interno. Cuando alguien despierta a su ser interno
está tan dichoso que ¿a quién le interesa el sexo? ¿Quién va a mendigar pequeños momentos de placer a otra persona? ¿Quién va a seguir mendigando? Si eres el emperador y tienes el tesoro, el tesoro infinito
dentro de ti, no irás a pedirle a una mujer o a un hombre que te dé unos instantes de placer.
No estoy diciendo que esté mal. Mientras no te suceda la budeidad, las cosas continúan, no hay nada malo. De momento no juzgues, juzgar es un error. Vuélvete más observador, acepta las cosas, relájate con tus
energías. Si no, tendrás el mismo problema que han tenido los santos cristianos desde hace siglos.
He oído hablar de Jerónimo, un santo cristiano muy famoso. Estaba
tan en contra del cuerpo que solía fustigarse todos los días. La sangre
manaba de su cuerpo y miles de personas iban a ver ese enorme
sacrificio. Pero ambos están enfermos. Jerónimo es un masoquista, y las
personas que se reúnen para ver ese gran fenómeno son sádicos. Quieren
torturar a la gente, tienen un gran deseo de torturar..., pero no pueden,
este hombre lo hace por su cuenta; y ellos son felices viéndolo. Los dos son patológicos.
Otra persona, Clemente de Alejandría, escribió: «Todas las mujeres
deberían sentirse profundamente avergonzadas del hecho de ser mujeres
porque son la puerta del Infierno.»
Siempre me han sorprendido estas personas. Si la mujer es la puerta
del Infierno, entonces, ninguna mujer podrá ir al Infierno, la puerta no
puede entrar dentro de sí misma. El hombre puede ir al Infierno a través
de la mujer, de acuerdo, ¿y qué pasa con la mujer? Deben estar todas en
el Cielo, ¡naturalmente! ¿Y qué pasa con el hombre? Si la mujer es la
puerta del Infierno, ¿el hombre qué es? Todas estas escrituras fueron
escritas por hombres, y todos esos santos eran hombres.
En realidad, nunca ha habido ninguna mujer tan neurótica; por eso
no se oye hablar de muchas mujeres santas. Son más normales, son más
prácticas. No han sido tan tontas como ha demostrado ser el hombre. Son
más elegantes y más cabales, tienen más raíces en la tierra, están más
centradas. De ahí que nunca oigas hablar de mujeres como Clemente de
Alejandría, no puedes encontrar un paralelo en la mujer. Ninguna mujer
ha dicho jamás que el hombre sea la puerta del Infierno.
Esto no quiere decir que las mujeres no sean místicas. No; hubo una
Meera, una Rabiya y una Lalla en Cachemira, pero nunca dijeron nada
parecido. Al contrario, Meera dijo que el amor es la puerta hacia Dios.
Y, hubo otro santo que se castró, Origen..., ¡son asesinos, suicidas!
Toda esa represión originó una gran patología en el mundo cristiano. Una
monja, Matilde de Magdeburg, sintió que Dios estaba acariciando sus
pechos. ¿Por qué darle tanto trabajo a Dios? Pero si evitas a los hombres,
empezarás a tener fantasías. Entonces, tendrás que exagerar tus fantasías. Cristina Ebner, otra monja, creía que estaba esperando un hijo
de Jesús. Había monjes que soñaban que copulaban con la virgen María. Y
a causa de tanta represión, los conventos y los monasterios se
convirtieron en lugares visitados por los espíritus del mal. Estos demonios
tomaban la forma de succubi —hermosas mujeres que saltaban a la cama
de los supuestos monjes— o de incubi, hermosos muchachos que interrumpían el sueño y las meditaciones de las monjas. Aparecieron tantas patologías en el cristianismo, que la gente empezó a soñar todo tipo de cosas. Y muchas monjas confesaron en la corte que los demonios
venían por la noche y les hacían el amor. Describían incluso la fisiología
del demonio, decían que su órgano sexual era bífido, para entrar por los
dos orificios.
¡Patologías, gente enferma, neurótica! Y todas esas monjas
confesaban en la corte que cuando habían hecho el amor con el demonio
ya no les podía satisfacer ningún hombre; es el mejor amante, te proporciona orgasmos increíbles. Este disparate no sucedió sólo en el cristianismo, sucedió en todo el mundo. Pero el cristianismo llega hasta la
cima más alta.
Por favor, no estés contra el sexo, si no, cada vez caerás más en la
trampa del sexo. Si quieres deshacerte de él nunca lograrás hacerlo. Sí; cuando desaparece el sexo trasciendes, pero no es porque estés en contra. Sólo desaparece cuando encuentras otra bendición mayor que nace de tu ser, pero no antes.
Del Libro "Madurez" Osho

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