Las paredes tienen recuerdos.
Algunas palabras se tornan en maldiciones, hay palabras capaces de traer maleficio, reforzar la desgracia, evocar la mala suerte y atraer la infelicidad; así como hay otras con la luminosa propiedad de bendecir. Saber separar y usar unas y otras es el comienzo de la sabiduría.
En Cábala, el ho’ hoponopono pronunciar una palabra repetidas veces, es crear para sí mismo un decreto dentro del cual se puede evolucionar o pudrirse.
El entorno que vives - en especial tu casa - tiende a absorber, almacenar y reverberar las palabras de tus hábitos mentales y transmutarlos en seres vivientes de espectro vampírico o angelical a depender de tu propia atmósfera emocional.
Sigue aquí algunas palabras, que se han de evitar a toda costa dentro de casa:
Que desgracia: condensa oscuridad, quebranto y ausencia del divino.
Ho!Mierda: llama la podredumbre, la suciedad y la adversidad.
Maldita sea: lanza plagas y personificación de maldiciones.
Que Idiota, Que estupido, Que pendejo soy: deben evitarse principalmente con niños e hijos.
Miserable: dibuja la falta, indigencia, pobreza y penuria.
Enojado: en su base significa condenado, sufrido y perambulante, maldito, malvado,
Malo. Llamar a alguien "enojado" es maldecir a la persona, por qué enojado significa " condenado a todo mal ".
Ten en cuenta que las palabras asumen la dirección que la intención y las emociones les imprimen, es en la sustancia y no en la exacta forma que descansa su fuerza; es momento de refinar para que la luz pueda fluir.
Sé responsable de tu lengua, para no ser esclavo de tus palabras.
Bendice en lugar de maldecir.
Observa en todo momento no emitir juicios y palabras que no deseas se materialicen en tu mundo.
Las palabras disonantes generan dificultades y sufrimiento, mientras que las expresiones de alegria y belleza atraen beneficios para todos.
No olvides que el mundo se crea constantemente mediante el verbo, sonidos vibraciones, frecuencias, colores ... todo es energia ... como quieres usarla?".
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