En el mar hay dos tipos de gotas.
Las que han olvidado su origen, perciben su fragilidad y pequeñez y tienen miedo de las afiladas aristas de las rocas y de la vehemencia despiadada del viento marino.
Pero también están las gotas que han recordado su origen y se saben eternas, poderosas e inmortales.
Saben que su belleza es la misma que la del océano del cual surgieron y del cual no pueden separarse jamás.
Experimentan la gloriosa impresión de ser parte de un todo mayor y vastísimo que las ama y protege como a su propia vida.
Cuando un humano experimenta carencia de amor es un poco como estas gotas olvidadizas.
Si supiéramos que el amor infinito está en cada bocanada de aire y en cada latido del corazón experimentaríamos una gratitud tan inmensa que nos estremeceríamos de emoción.
Quien observa con ojos científicos ve dos gotas casi idénticas.
Pero es la conciencia de lo que son lo que marca la gran diferencia imperceptible a las mentes llenas de limitaciones.
-Martín Macedo-
No hay comentarios:
Publicar un comentario