Alguien se tiene que ocupar de la salud.
La salud no debe desaparecer del mundo.
Debe ser protegida como el tesoro más precioso.
Desde muy temprana edad comprendí que mi misión era encarnar la salud infinita y proteger sus fundamentos.
No es una misión fácil, pero amo este trabajo divino.
Me sentí atraído por Europa y pensé que tal vez allí debía desarrollar mi trabajo.
Pero luego la vida me fue mostrando que la felicidad no está donde todo está muy organizado y en pleno funcionamiento.
Está donde hay una gran carencia, un gran vacío de escuelas y educadores macrobióticos.
Las erróneas creencias sobre nutrición están impidiendo que florezca la salud infinita.
Y también la ciencia médica que ve al ser humano como una máquina física.
Ciencia y nutrición cierran el acceso a la salud infinita.
La medicina occidental no se interesa en el estudio del Orden del Universo.
Y sin este Orden ninguna salud poderosa puede manifestarse.
Cuando se desprecian las leyes universales, los principios eternos de la transformación de la energía (yin - yang) la salud que se puede conseguir es parcial, falsa, una triste imitación.
Como una flor artificial.
Bonita pero sin alma, sin vida, sin felicidad.
Aún así la gente valora la salud y gasta sus recursos en estudios, chequeos, controles y revisiones médicas.
Intenta acercarse a este ideal de vida concurriendo a los centros médicos para hacerse tomografías, ecografías y análisis de sangre y orina.
Y termina convirtiéndose en un consumidor de servicios médicos.
En un comprador de medicamentos, uno por cada especialista que visita.
Cuanto mayor es su poder adquisitivo más servicios médicos consume.
Y más se aleja de la salud verdadera, la salud natural, la salud infinita.
Mas se aleja del Orden del Universo.
Finalmente, desencantado abre su mente al nuevo paradigma.
Y así halla la puerta hacia la salud infinita.
-Martín Macedo
Porque nunca se debe esperar más, que cuando todo parece perdido.
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