martes, 8 de mayo de 2018

Las lecciones del iceberg


El iceberg nos da lecciones profundas.
El 11% del iceberg es visible porque está sobre el agua.
El 89% está sumergido y no se ve.
La parte visible es muy importante ya que es la única forma de reconocer el iceberg e incluso identificarlo.
Hasta le podemos poner nombre en base a ese pequeño casquete visible.
Si empujamos en forma sostenida desde una embarcación con un simple palo, podemos mover una masa gigantesca de hielo apoyándonos en ese pequeño casco que se ve.
Sin embargo las apariencias engañan.
La verdadera dimensión, sin la cual ese pequeño casco no podría existir está oculta.
Así es el hombre que descuida la dimensión espiritual.
Se mira al espejo y piensa..."yo soy ese tipo que está envejeciendo"....."qué ser miserable y frágil!!".
Tú eres como el iceberg.
Tu verdadera potencialidad está oculta.
No se la puede ver con los ojos físicos.
No puedes ver tu grandeza.
Aunque emplees los microscopios más potentes del mundo.
Puedes estudiar tu cuerpo como hace la medicina.
Dividirlo en sectores y crear especialidades.
Y sub especialidades.
Y otorgar maestrías y doctorados a los esforzados técnicos que dominan los mínimos detalles de su campo.
Pero no podrás ver lo grande que eres.
Nunca por esa vía.....la vía racional....que niega lo que los sentidos no informan.
Tú eres un gigante.
Tu grandeza está escondida bajo las aguas del océano infinito.
Nunca podrás alcanzar grandes logros, hasta que no aprendas a intimar con tu lado infinito, oculto, todopoderoso.
El Padre y el hijo no se pueden separar.
Son lo mismo esencialmente.
La riqueza del Padre es la riqueza del hijo.
La salud del Padre es la salud del hijo.
La intensidad del Padre es la intensidad del hijo.
Los hijos adulteraron sus alimentos desde hace mucho tiempo y los convirtieron en productos comerciales.
Entonces el miedo se apoderó de sus mentes y comenzaron a competir entre ellos.
Los más fuertes intentando controlar a los más frágiles.
Oprimiéndolos por todos los medios posibles.
Haciéndoles creer que Dios está en los Cielos y que hay que recurrir a profesionales para acceder al perdón divino.
De lo contrario el pequeño hombre debe sufrir duros castigos por no obedecer los "mandamientos".
Promover la nutrición superior no sólo mejora la salud de la gente.
Sino que favorece el despertar de una larga pesadilla.
De sueños de terror, de castigo y de culpa.
Nuestra nutrición cura el miedo.
Y libera al hombre para que vuelva a ser feliz y emprenda su vuelo como una soberbia águila.
Hacia la conquista de la felicidad infinita.

-Martín Macedo-

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