lunes, 7 de mayo de 2018

La sabiduría del cuerpo

Todo lo somatizamos. Las emociones atrapadas, las angustias acumuladas, las tragedias del alma, las ansiedades no resueltas y hasta los deseos más ocultos.
Cada uno va tensado una cuerda, un nervio, un tendón, un órgano, un sistema y así, poco a poco, se va deteriorando nuestra salud.
A veces sentimos que los dolores de cabeza van en aumento, que aparecen espontáneamente, que se repiten injustificadamente. Otras, algo nos atenaza el estómago y parece revolverse contra nosotros. 
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Dolores musculares, de garganta, insomnios y mareos cubren el resto de los padecimientos que se derivan, en muchas ocasiones, de las emociones mal gestionadas.

También es cierto que el cuerpo avisa. Hay un sensor que nos alerta de que algo va mal. Lo peor es que, generalmente, no le hacemos caso. El síntoma se repite y nosotros nunca lo relacionamos con esa discusión, con el enfado, con los rencores, con el odio o con los sinsabores.
El cuerpo nunca olvida y repite. La medicina tradicional insiste en resolver los síntomas y en encontrar causas fisiológicas en lo que tal vez tienen un origen anímico que se hace endémico a base de ignorarlo y de obviar sus avisos.
Todos podemos colaborar en nuestra propia curación. Hay una fuerza interior que está dispuesta a ayudarnos continuamente. Solo hay que hacerse presente adentro. Observar lo que va mal, preguntarnos a qué se debe esa anomalía y regenerar la salud con la poderosa fuerza que procede de saber que todo está bien y que lo que altera nuestro equilibrio se resolverá cuando lo decidamos sin más.
El poder está en nuestra mano. Las decisiones comienzan con el deseo de estar bien y ser feliz. En ese momento, entonces, todo se dispone a nuestro favor para que logremos el bienestar que merecemos.
Cierra los ojos tendido sobre tu cama. Repasa cada parte de tu organismo mientras le preguntas por su equilibrio y su función. Si algo no va bien, si identificas la alteración deja que llegue a ti la causa que desde tu alma provoca la insatisfacción.
Envíale la luz violeta de tu mejor intención para sanarlo…hazlo, repítelo cada noche…y experimenta la mejoría.
Somos polvo en un lodo que se ha hecho barro en la arcilla de nuestras manos.
Aire al fin, lleno de nano partículas infinitesimales de energía de amor puro.
____________Todo puede estar bien.

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