En todos los campos de la existencia puede constatarse que lo que emana de lo más profundo de los seres, influencia la materia psíquica de su entorno, y por consiguiente el comporta-miento de aquellos que frecuentan.
Ustedes mismos habrán podido constatarlo. ¿Acaso no hay seres con quienes les gusta muy especialmente encontrarse porque tan solo con su contacto tienen la impresión de volverse mejores, más inteligentes, más confiados en la existencia, e incluso físicamente se sienten mejor?....lo que emana de su mirada, de su voz, de su apretón de manos, despierta en el corazón y en el alma de ellos, fuerzas que van a actuar imperceptiblemente en sus cuerpos psíquicos y a producir en su organismo físico efectos tan benéficos como un medicamentos-
Quien ha llegado a unirse con el principio divino que hay en él, con el Espíritu cósmico o el Alma de la Tierra , conoce realmente lo que es la plenitud del Amor. Puede seguir viviendo esta plenitud en el plano físico, aunque con la condición de mantener la unión con lo alto. Desde ese momento, todo se hace divino, porque tiene el poder de transformar la materia, la purifica, la ilumina.
Por el contrario, aquellos que no están conectados y no son dueños de sí mismos, aquellos que se comportan como seres de instinto y de reacción , no son capaces de transformar la materia, y por esto deben padecer alternativamente el amor condicionado y el odio, la exaltación y la desgracia o de una sensación, de éxtasis, se produce la caída, el vacío existencial.
Omraam Mikhaël AÏvanhov.
Las semillas de la felicidad.
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