Todos tus amigos y toda tu familia, como todos tus allegados, lo son en esta vida, y lo han sido en otras vidas pasadas. Él que en esta vida es tu padre, en otra vida anterior quizás fue tu abuelo, o un sobrino, o tu mejor amigo, por dar unos ejemplos. Todos los de tu alrededor, todos a los que quieres, cada reencarnación nueva también estarán en tu vida, aunque no teniendo que ocupar el mismo lugar. Las almas afines se mueven juntas.
Todas las personas que entran en tu vida, incluso las que solo entran para hacerte daño o para jugártela (vivimos en un mundo preso por la artimaña, la treta y el engaño), todas ellas entran en tu vida para enseñarte una lección. Habrá personas que estarán en tu vida mucho tiempo y luego saldrán de esta, los habrá que entren y salgan rápidamente y los habrá que se quedarán. Todos los que entran en tu vida no lo hacen por casualidad, ¡La Casualidad No Existe! ¡Todo Es Causalidad!
Todas las personas que entran en tu vida lo hacen para que aprendamos algo, una lección, algo positivo como puede que, algo negativo. Todos aprendemos de los que nos rodean, de cómo actúan, de cómo nos tratan a nosotros mismos como a los demás. Incluso esa persona que entró en tu vida, poniéndola patas arriba, causándote dolor y sufrimiento, entró en tu mundo para que aprendieras una lección. Tanto el dolor como el triunfo son parte del aprendizaje.
El alma es inmortal y, nuestro cuerpo material, aunque se oxida con el paso del tiempo, también lo es, regresando a la Madre Tierra, para formar parte de esta. “Polvo somos y en polvo nos convertiremos”. La Tierra, como organismo vivo que es, se recicla a sí misma constantemente. Tanto el aire, como el viento, como la lluvia, el agua, como las piedras, arboles, flores o todos los seres vivos, son parte de esta, la Madre Tierra. Todos son dignos de ella, como dignos son de respeto. Como lo son para nuestro propio afán para su estudio y entendimiento. La Madre Naturaleza dirige la coreografía de la trazada de todo lo que gira, de este planeta en constante rotación como en traslación, en nuestra elíptica alrededor del Astro Rey, nuestro Sol. Lo que es de la Madre Tierra, regresa a la Madre Tierra.
Las nubes se forman del agua que se evapora de los mares y océanos, esa agua vaporizada asciende hasta convertirse en nube o en tormenta, volviendo a caer para así formar parte de la vida. Sin la lluvia no podríamos sobrevivir, ni nosotros, ni las plantas, ni la totalidad de los seres vivos de este planeta. Del mismo modo, cuando fallecemos, cuando nuestro cuerpo se descompone, regresa a la Madre Tierra, sirviendo para que otros organismos se alimenten de los despojos, regresando a la tierra en forma descompuesta. La muerte de unos es el principio de la vida para otros. La Naturaleza se recicla a sí misma.
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