sábado, 22 de junio de 2019

¿Suerte o mala suerte?

“¿Suerte o mala suerte? … ¡NO EXISTEN¡
Las diversas situaciones que experimentas llegan a tu vida como por “azar, por coincidencia”. 

Lamentamos desilusionarte, pero ni una cosa ni la otra existen.
No existe ni la suerte, ni la mala suerte, ni las coincidencias, ni el azar. Elecciones. 
Puras elecciones. 
Triunfos, éxitos, fracasos, matrimonios, divorcios, metas logradas o quedarnos en la raya, conflicto y armonía, caos o paz, abundancia y escasez, enfermedad y salud, felicidad y tristeza. Elecciones.
Elecciones que haces conscientes o inconscientemente a cada instante. 
Eres el/la responsable del mundo que eliges ver y de cómo eliges sentirte con eso que ves. 
Las situaciones suceden y sucederán. 
Aparecen ante ti. Van y vienen. 
Es ahí donde decides encararlas con las mismas herramientas que traes en la caja de creencias aprendidas, interpretarlas y juzgarlas de la misma manera, obteniendo idénticos resultados, una y otra vez, o bien, optas por un enfoque distinto. 
Ahí das testimonio de tu auténtico poder para ejercer el libre albedrío. 
Ahí tomas el martillo y el cincel con el que podrás hacer las verdaderas transformaciones en tu vida.
Optar por un enfoque distinto es para verdaderos valientes. Implica dejar a un lado mucho de lo aprendido.
Es abrirte a resultados diferentes que te permitan otro tipo de experiencias. 
Una vida distinta. Renacer. 
Una auténtica resurrección. 
Muchos prefieren seguir la inercia de la monotonía, lo conocido, lo familiar, lo de siempre, el abandono. 
Haciendo “la plancha o el muertito” como en la playa, boca arriba en el mar. Quizá por costumbre, por miedo. 
Llegará su tiempo. 
Pero cuando valientemente, eliges mirar “eso” lo que sea que tengas ante ti, de una manera diferente, como una oportunidad de aprender detalles nuevos en situaciones viejas, desde la postura de alumno de tiempo completo y no de maestro sabelotodo, con la humildad suficiente y necesaria para comprender que “para algo” te estas volviendo a ver la cara con ese viejo maestro, que te trae de nuevo, el regalo de preguntarte: “¿Qué te falta poner ahí…qué debes dejar de poner…qué puedes aprender…qué puedes hacer diferente…a qué te resistes en situaciones como esta…qué postergas...a qué tienes miedo…qué te corresponde hacer y evades en estos casos…las facturas de quién o quienes has tomado como tus banderas…a quién o a quienes copias...?” 
Y entonces escuchas en silencio con verdadera disposición, solo entonces, llegan las respuestas. 
Estás creciendo, haciéndote responsable de lo que aparece ante ti, desplegando tu poder absoluto unido a tu Esencia, a la Fuente. Desde esas respuestas que llegan en silencio, desde ese espacio que dejaste limpio y libre para nueva información, recibirás guía y podrás actuar de manera diferente. Parado ante la posibilidad de transformarlo todo, no desde la reacción, el empuje, el choque, la guerra y la ceguera de lo cotidiano, sino desde una consciencia distinta. 
¿Habrá que abandonar situaciones, hacer cambios, tirar trapos viejos, quemar libros, despedirte de personas y cosas? 
Lo sabrás en su momento. Lo tendrás clarísimo si haces silencio.
¿Hay ruido?... si. Es el gran enemigo.
Busca espacios de silencio entonces, si realmente te interesan las respuestas. 
Apaga la TV, observa lo qué comes y cuánto comes, aléjate del azúcar y el gluten, bájale al alcohol, a las reuniones sin sentido, suelta un poco la tarjeta de crédito y en lugar de caminar por inercia al centro comercial, busca nuevos espacios que propicien el silencio.
Y por favor: ¡Apaga el celular siempre que puedas!.
Y desde el silencio, desde permitir que se descargue nueva guía para ti, desde el disco duro central, entrarás en proceso de renacimiento. 
Nuevos paisajes aparecerán, maestros diferentes, con diversos formatos, que te hablarán de otras enseñanzas saldrán a tu encuentro y acompañarán tu camino, dejando atrás las viejas costumbres y compañías, a las que con inmensa gratitud perderás de vista, para seguir avanzando en el camino de recordar al Amor que nos creó. 
El Gran propósito de nuestro pasaje por aquí. Por no decir, el único.

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