lunes, 10 de agosto de 2020

Regresar a la Perfección

 Imagina por un momento cómo sería tu vida si todo fuese perfecto. Si el caos, el dolor y la muerte no fueran parte de nuestra realidad. Si los terremotos, los huracanes y los incendios no existieran. Si el estrés financiero, el drama en las relaciones y las alertas sanitarias no invadieran nuestra vida diaria. Un estado de perfección tan puro que un simple pensamiento negativo no podría pasarnos por la mente jamás.

"Desde el punto de vista de la Luz, sólo hay Luz."

¿Qué pasaría si te digo que ese mundo no sólo es posible, sino que ya existe y ha existido desde el origen de los tiempos?

El gran Kabbalista Rav Yitsjak Luria nos revela que en el principio, o mejor dicho, antes del principio —antes de la creación del mundo como lo conocemos—, lo único que había era este estado perfeccionado al que el Arí se refiere como Luz Infinita.

El Arí escribe:

“Debes saber: antes de que las emanaciones fueran emanadas y las creaciones fueran creadas, una Luz Celestial simple permeaba toda la existencia […] Sólo había una simple Luz Infinita que llenaba todo”. - Las Diez Emanaciones Luminosas, capítulo 1, sección 1, párrafo 1

Una de las cosas más asombrosas de Las Diez Emanaciones Luminosas, uno de los estudios kabbalísticos más profundos, es que a pesar de que el material sea esotérico y abstracto, con la ayuda del comentario de Rav Áshlag sobre las palabras del Arí podemos comenzar a ver cómo cada pequeña frase se relaciona con nuestro día a día.

Rav Áshlag explica que las palabras “emanadas” y “creadas” implican que algo faltaba antes. Después de todo, en primer lugar se necesita que algo falte para que sea creado. Sin embargo, en la misma apertura, se nos dice que la Luz Infinita ya es perfecta. Fue una plenitud completa, perpetua y omnímoda. La idea de carencia u oscuridad ciertamente existe en nuestra realidad actual, pero no es la realidad de la Luz Infinita. Allí nada necesita ser agregado, cambiado ni reparado. La misma idea de la Luz Infinita es la de perfección infinita. ¡Parece ser toda una paradoja!

Si Rav Áshlag se tomó el tiempo de explicar la diferencia entre cómo el Arí describe la Realidad Infinita y nuestra realidad caótica es únicamente porque ese estado definitivo de perfección está al alcance de nuestras manos. Todo lo que tenemos que hacer es aprender a acceder a él.

Hay una hermosa frase que mi madre, Karen Berg, comparte: “El Sol nunca ve el lado oscuro de la Luna”. Debido a que existimos en este mundo físico, vemos caos, oscuridad, cambio y carencia. Pero desde el punto de vista de la Luz, sólo hay Luz. No se puede experimentar ni percibir ninguna carencia ni cambio. Ni siquiera existe oscuridad alguna.

Esa realidad perfeccionada no está sujeta al tiempo ni al espacio. Por lo tanto, no es algo que una vez existió. Sigue estando presente. Aquí y ahora.

 

"Todo lo que somos ya es perfecto."

Cuando vemos nuestro propio crecimiento espiritual, creo que tendemos a pensar en términos de cambio y transformación, mejorar con respecto a quienes somos ahora. Intentamos ser alguien diferente, quizá una versión aparentemente inalcanzable de nosotros mismos. Pero lo que Rav Áshlag comparte con nosotros es que todo lo que somos ya es perfecto. En algún nivel de la realidad, ya existe la versión de nosotros que no está llena de ego, ensimismamiento, miedos ni inseguridades.

Cuando ofrecemos nuestras cualidades más divinas a alguien más, cuando expandimos nuestra capacidad para amar y cuidar, cuando nos volvemos altruistas en aspectos en los que éramos egoístas, no cambiamos ni nos transformamos, sino que estamos regresando a nuestro estado perfeccionado y regresando al mundo a su estado perfeccionado de existencia en el proceso.

Con esta enseñanza, cada uno de nosotros puede acercarse a un entendimiento más profundo.

Tu propia perfección siempre ha estado allí y nunca desaparecerá.

La perfección del mundo también ha estado siempre allí. Un mundo sin oscuridad, lleno de paz y plenitud total.

El regalo de cada día es la cantidad ilimitada de oportunidades que tenemos para regresar a dicha perfección.

Michael Berg


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