Alimentar el cuerpo nos permite sobrevivir, pero alimentar el alma nos permite progresar.
En la porción de Trumá, Dios le pide a Moshé: “Constrúyanme un Tabernáculo para que Yo habite en ustedes”. En esta historia, hay un desacuerdo entre Moshé y Betsalel, el jefe artesano del Tabernáculo, sobre la manera en la que debe ser construido. Al inicio, Betsalel tenía la intención de construir la estructura como uno construiría una casa. Primero sientas las bases, luego construyes las paredes, el techo y al final pones todo adentro. ¡Parece tener sentido! Moshé no estaba de acuerdo, explicó que primero hay que establecer lo que está adentro y luego construir las paredes alrededor de eso. Esta es una conversación extraña de ver en la Biblia, pero por supuesto sabemos que no hay nada en la Sagrada Escritura que no contenga sabiduría profunda.
A través de estas instrucciones a Betsalel, Moshé nos enseña un gran secreto: cuando se trata del espíritu, lo que está adentro es lo primero y lo más importante.
Statistic Brain, un instituto de investigación estadística de EE. UU., realizó un estudio en enero de 2017 en el que encuestó a miles de personas sobre sus resoluciones de Año Nuevo. Con un 21 %, la gran mayoría se propuso comer más sano o perder peso. Estos son buenos objetivos. Después de todo, nuestro cuerpo es un regalo del Creador y, como tal, es importante cuidarlo. Nuestra alma también es un regalo del Creador y, aunque no sea tan observable ni demandante como nuestro cuerpo, es la fuerza vital que lo hace moverse y lo hace digno de ser alimentado.
Muchos estudiantes se han acercado a mí a lo largo de los años y me han dicho: “Karen, estoy muy ocupado. Llevo una vida atareada. Tengo muy poco tiempo libre. ¿Por qué invertir mi tiempo y energía en la espiritualidad?”.
Esa es una buena pregunta, a la cual respondo con otra: ¿Cómo podemos estar tan ocupados para la espiritualidad cuando sin el espíritu no tendríamos nada con qué ocuparnos?
Ya sea con meditación, oración o una simple caminata al aire libre, siempre podemos encontrar al menos un momento en la naturaleza agitada de cada día para atender nuestra Luz interna. A veces no hay nada más poderoso que presionar el botón de pausa el tiempo suficiente como para calmar nuestra mente, abrir nuestro corazón y dar gracias por todo aquello con lo que hemos sido bendecidos. Luego, podemos regresar a nuestra rutina más frescos, rejuvenecidos y listos para ascender a nuestro estado más compasivo, amable y espiritual.
Esta es una semana maravillosa para comenzar a hacer de nuestra alma una prioridad. Si te parece difícil detenerte a mitad de tu día, intenta despertarte un poco más temprano para dedicar unos momentos a la oración o la meditación antes de salir de casa. Aquellos que ya sienten que hacen de la iluminación su prioridad, intenten mover su propio límite a un nivel más alto. Si lees o recorres visualmente el Zóhar por diez minutos al día, esta semana hazlo por quince minutos. Mientras más nos alimentemos espiritualmente, más disfrutaremos nuestro viaje a través de este plano físico.
Cuando alimentamos el alma, el cuerpo brilla intensamente. Gracias a cada persona que le da importancia a su Luz, el mundo se vuelve más radiante.
Karen Berg
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