martes, 25 de agosto de 2020

La inteligencia infinita está en todas partes

 La inteligencia infinita está en todas partes.

Está en el mosquito, en la manzana y en un delfín.
Está en el oncólogo, en el sacerdote anglicano y en el fabricante de refrescos.
La inteligencia infinita siempre encuentra la forma de triunfar.
Siempre consigue sus propósitos.
Porque es infinita y todo poderosa.
Está en cada una de nuestras células y en todos los virus.
En cada gota de agua y en cada grano de trigo.
Por eso competir es el mayor absurdo.
Porque la inteligencia no puede competir contra sí misma.
Porque la parte "perdedora" encontrará la manera de tomar revancha.
Y así se crea una guerra eterna.
Como la lucha contra el cáncer o la lucha contra el mosquito del dengue.
La única forma de detener la guerra es comprender que es el mayor absurdo del universo.
Cuando la inteligencia toma la forma de un oncólogo buscará la forma de aplicar sus tratamientos a la mayor cantidad posible de gente.
Empleará argumentos y pruebas científicas de una lógica impecable que convencerán a cientos de miles para que acepten la quimio y radioterapia.
Y conseguirá su objetivo.
No hemos venido a impedir que consiga este objetivo, porque no podemos vencer a la inteligencia infinita ni nunca podremos.
Hemos venido a despertar a las personas.
A crear una masiva toma de conciencia para que la salud brille en las actividades humanas, en todas las culturas y países.
No hemos venido a competir ni a debatir.
Sólo a cumplir una misión.
Y como estamos hechos de la misma inteligencia de lo que está hecho todo, triunfaremos en forma aplastante.
Algunas expresiones humanas de esta inteligencia consiguen migajas a pesar de sus grandes esfuerzos y luchas.
Se debe a que no saben quiénes son.
Y a que no tienen objetivos bien definidos.
Cuando la divinidad toma conciencia de su poder y sabe lo que quiere.
Nada puede detenerla, es sólo un tema de tiempo.
Porque la inteligencia infinita es infinitamente exitosa.
A menos que una creencia limitante la frene temporalmente.

-Martín Macedo-

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