sábado, 29 de agosto de 2020

Emancípate emocionalmente de tu entorno

El segundo paso para poder reinventarnos profesionalmente consiste en liberarnos de la influencia psicológica de nuestros padres para seguir nuestro camino.
El segundo paso para reinventarnos profesionalmente consiste en emanciparnos emocionalmente de nuestro entorno social y familiar. Y esto pasa por liberarnos de la influencia psicológica de nuestros padres. Lo cierto es que la mayoría de adultos sigue buscando la aprobación de papá y mamá, un estado de dependencia que les impide emanciparse económicamente de Papá Estado, Mamá Corporación y el Tío Gilito de la Banca. Así, la relación que mantenemos inconscientemente con nuestros progenitores condiciona la que establecemos a nivel consciente con la sociedad.
Prueba de ello es que muchas personas nos limitamos a seguir el camino determinado por el entorno social en el que hemos nacido y nos hemos educado. Y en vez de escucharnos a nosotros mismos, nos dejamos arrastrar por la opinión de la mayoría, convirtiéndonos en un sucedáneo de quienes verdaderamente somos. No en vano, la mayoría de padres están dispuestos a hacer cualquier cosa por sus hijos, menos dejarles ser ellos mismos.
Sin embargo, el fin de la Era Industrial ha dado paso a una nueva era con sus propias reglas de juego, muy diferentes a las que estamos acostumbrados. De ahí que para obtener nuevos y mejores resultados en el ámbito laboral y económico, sea necesario experimentar un «cambio de paradigma». Es decir, un profundo cambio de mentalidad, aprendiendo a relacionarnos con el sistema de una manera mucho más madura, independiente y responsable.
Por más adultos que parezcamos, en nuestro interior hay un niño herido que sigue anhelando el apoyo, el cariño y la aprobación de papá y mamá. Ese «niño interior» -completamente hambriento de amor- muchas veces nos lleva a boicotearnos, eligiendo un camino laboral que tenga salidas profesionales en detrimento de la senda vocacional que nos apasiona. O que nos garantice el reconocimiento social a costa de nuestra satisfacción personal.
Para poder tomar decisiones profesionales libre y conscientemente hemos de hacer algo extraordinario: matar a nuestros padres con el cuchillo del amor. Se trata de una metáfora que conlleva realizar una serie de aprendizajes, como por ejemplo dejar de culpar a nuestros progenitores por todo lo que no marcha bien en nuestras vidas. No en vano, muchos adultos siguen peleados con sus padres, culpándoles de sus inseguridades, carencias y frustraciones. Sin embargo, la verdad es que nada ni nadie puede hacernos daño emocionalmente sin nuestro consentimiento. La raíz de nuestras perturbaciones no se encuentra en lo que pasa, sino en lo que interpretamos acerca de lo que pasa.
La paradoja es que es imposible estar en paz con nosotros mismos si seguimos en guerra con nuestros padres; y no podemos estar en paz con nuestros padres si seguimos en guerra con nosotros mismos. Emanciparnos emocionalmente pasa asumir que cada ser humano es responsable de su felicidad y de su sufrimiento. Por ello, en vez de esperar que nos apoyen, nos comprendan o nos quieran, empecemos por apoyarlos, comprenderlos y amarlos nosotros a ellos. Si realmente queremos cortar el cordón umbilical emocional con nuestros padres, hemos de reconocer que no necesitamos nada de ellos para ser felices. Principalmente porque la verdadera felicidad reside en nuestro interior.
ATRÉVETE A VIVIR TU VIDA
“Tu tiempo es limitado. No lo malgastes viviendo la vida de otros.”
(Steve Jobs)
En la medida que vamos realizando este trabajo interior, llega un día en que nos damos cuenta de que el auténtico problema de nuestra existencia está provocado por nuestro egocentrismo. De hecho, madurar implica dejar de vernos como el ombligo del mundo. Es entonces cuando -al salir de nosotros mismos- empezamos a ver la realidad como realmente es, y no como consideramos que debería ser. Y gracias a esta nueva perspectiva, nos convertiremos en adultos independientes y autosuficientes. Ya no esperamos que los demás sacien nuestras necesidades, satisfagan nuestros deseos, cumplan nuestras expectativas y resuelvan nuestros problemas.
De pronto somos capaces de ver al ser humano que hay detrás de las etiquetas «mamá» y «papá». Así es como podemos desapegarnos de ellos, dejando de tomarnos como algo personal sus actitudes y comportamientos. Es fundamental no olvidar que ellos también fueron niños y que probablemente carguen con una mochila emocional mucho más pesada que la nuestra. Si investigamos acerca de su infancia y del tipo de relación que tuvieron con sus padres, verificaremos que sus circunstancias existenciales fueron bastante más adversas que las nuestras. Esta revelación despierta una compasión sincera hacia nuestros padres, la cual nos permite perdonarlos para liberarnos de la culpa y el rencor.
Al igual que nosotros, nuestros progenitores lo han hecho lo mejor que han sabido en base a su nivel de consciencia y a su grado de comprensión. Sus motivaciones jamás han estado guiadas por la maldad, sino por la ignorancia y la inconsciencia. Por más errores que hayan cometido, cabe recordar que nadie nos enseña a ser padres. Criar hijos es la experiencia más desafiante de la vida. Y por más que te lo expliquen es imposible saberlo hasta que lo vives en carne propia. Así, madurar pasa por empezar a valorar y agradecer todo lo que nuestros progenitores han hecho por nosotros, dejando de quejarnos y culparles por sus equivocaciones.
Lo cierto es que no hemos tenido los padres que queremos, si no los que hemos necesitado. ¿Para qué? Pues para pasar por nuestro infierno personal, tocar fondo, iniciar una búsqueda interior, despertar y descubrir quienes verdaderamente somos. Por lo tanto, en vez de acumular quejas y rencor sobre nuestros progenitores por cómo nos trataron, aprovechémoslos para ir más allá del ego y poder así reconectar con el ser. Solo entonces concluiremos que no cambiaríamos nada de nuestra infancia. Más que nada porque verificamos que fue perfecta tal como sucedió para que hoy seamos el adulto en el que nos hemos convertido gracias al proceso de autoconocimiento realizado.
En la medida en que nos emancipamos emocionalmente de nuestros padres y, por ende, de nuestro entorno social y familiar, de pronto nos sentimos mucho más libres para seguir nuestro propio camino en la vida. Y para escoger un camino vocacional que honre nuestra singularidad como seres humanos, sin importar lo que la gente pueda pensar de nosotros. Fruto de esta libertad interior, descubrimos que el verdadero éxito es ser felices y vivir de forma auténtica, trabajando en algo que nos apasione, que sea útil y que tenga sentido.
Borja Vilaseca

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