El Primer Acuerdo consiste en ser impecable con tus palabras.
Parece muy simple, pero es sumamente poderoso.
¿Por qué tus palabras? Porque constituyen el poder que tienes
para crear. Son un don que proviene directamente de Dios. En la Biblia, el Evangelio de San Juan empieza diciendo: “En el
principio existía el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo
era Dios”. Mediante las palabras expresas tu poder creativo, lo
revelas todo. Independientemente de la lengua que hables, tu intención se pone de manifiesto a través de las palabras. Lo que sueñas, lo que sientes y lo que realmente eres, lo muestras por medio de las palabras.
No son sólo sonidos o símbolos escritos. Son una fuerza;
constituyen el poder que tienes para expresar y comunicar, para
pensar y, en consecuencia, para crear los acontecimientos de tu
vida. Puedes hablar. ¿Qué otro animal del planeta puede
hacerlo? Las palabras son la herramienta más poderosa que
tienes como ser humano, el instrumento de la magia. Pero son como una espada de doble filo: pueden crear el sueño más
bello o destruir todo lo que te rodea. Uno de los filos es el uso
erróneo de las palabras, que crea un infierno en vida. El otro es
la impecabilidad de las palabras, que sólo engendrará belleza,
amor y el cielo en la tierra. Según cómo las utilices, las palabras
te liberarán o te esclavizarán aún más de lo que imaginas. Toda
la magia que posees se basa en tus palabras. Son pura magia,
y si las utilizas mal, se convierten en magia negra.
Esta magia es tan poderosa, que una sola palabra puede
cambiar una vida o destruir a millones de personas.
La mente humana es como un campo fértil en el que continuamente se están plantando semillas. Las semillas son opiniones, ideas y conceptos. Tú plantas una semilla, un pensamiento, y éste crece.
Las palabras son como semillas, ¡y la mente
humana es muy fértil! El único problema es que, con demasiada
frecuencia, es fértil para las semillas del miedo. Todas las
mentes humanas son fértiles, pero sólo para la clase de semilla
para la que están preparadas.
Lo importante es descubrir para
qué clase de semillas es fértil nuestra mente, y prepararla para
recibir las semillas del amor.
Si plantamos un miedo o una duda en nuestra mente, creará una serie interminable de acontecimientos. Una palabra es como un hechizo, y los humanos utilizamos las palabras como magos de magia negra, hechizándonos los unos a los otros imprudentemente.
Todo ser humano es un mago, y por medio de las palabras,
puede hechizar a alguien o liberarlo de un hechizo. Continuamente estamos lanzando hechizos con nuestras opiniones. Por ejemplo, me encuentro con un amigo y le doy una opinión que se me acaba de ocurrir. Le digo: “¡Mmmm! Veo en tu cara el color de los que acaban teniendo cáncer”. Si escucha esas palabras y está de acuerdo, desarrollará un cáncer en menos de un año. Ese es el poder de las palabras.
Durante nuestra domesticación, nuestros padres y hermanos
expresaban sus opiniones sobre nosotros sin pensar. Nosotros
nos creíamos lo que nos decían y vivíamos con el miedo que
nos provocaban sus opiniones, como la de que no servíamos
para nadar, para los deportes o para escribir. Alguien da una
opinión y dice: “¡Mira qué niña tan fea!”. La niña lo oye, se cree
que es fea y crece con esa idea en la cabeza. No importa lo
guapa que sea; mientras mantenga ese acuerdo, creerá que es
fea. Estará bajo ese hechizo.
Las palabras captan nuestra atención, entran en nuestra mente
y cambian por entero, para bien o para mal, nuestras creencias.
Otro ejemplo: Quizás pienses que eres estúpido, y tal vez lo
hayas creído desde siempre. Este acuerdo es muy difícil de
romper, y es posible que te lleve a realizar muchas cosas con el
único fin de convencerte de que realmente eres estúpido.
Puede que hagas algo y te digas a ti mismo: “Me gustaría ser
inteligente, pero debo de ser estúpido, porque si no lo fuera, no habría hecho esto”. La mente se mueve en cientos de
direcciones diferentes y podríamos pasarnos días enteros
atrapados únicamente por la creencia en nuestra propia
estupidez.
Pero un día alguien capta tu atención y con palabras te hace
saber que no eres estúpido. Crees lo que esa persona dice y
llegas a un nuevo acuerdo. Y el resultado es que dejas de
sentirte o de actuar como un estúpido. Se ha roto todo el
hechizo sólo con la fuerza de las palabras. Y a la inversa, si
crees que eres estúpido y alguien capta tu atención y te dice:
“Sí, realmente eres la persona más estúpida que jamás he
conocido”, el acuerdo se verá reforzado y se volverá todavía
mas firme.
Veamos ahora lo que significa la palabra “impecabilidad”.
Significa “sin pecado”. “Impecable” proviene del latín pecatus, que quiere decir “pecado”. El im significa “sin”, de modo que “impecable” quiere decir “sin pecado”. Las religiones hablan del pecado y de los pecadores, pero entendamos qué significa realmente pecar. Un pecado es cualquier cosa que haces y que va contra ti. Todo lo que sientas, creas o digas que vaya contra ti es un pecado. Vas contra ti cuando te juzgas y te culpas por cualquier cosa. No pecar es hacer exactamente lo contrario. Ser impecable es no ir contra ti mismo. Cuando eres impecable, asumes la responsabilidad de tus actos, pero sin juzgarte ni
culparte.
Desde este punto de vista, todo el concepto de pecado deja de
ser algo moral o religioso para convertirse en una cuestión de
puro sentido común. El pecado empieza con el rechazo de uno
mismo. El mayor pecado que cometes es rechazarte a ti mismo.
En términos religiosos, el autorrechazo es un “pecado mortal”, es decir que te conduce a la muerte. En cambio, la
impecabilidad te conduce a la vida.
Ser impecable con tus palabras es no utilizarlas contra ti mismo.
Si te veo en la calle y te llamo estúpido, puede parecer que
utilizo esa palabra contra ti, pero en realidad la utilizo contra mí
mismo, porque tú me odiarás por ello y tu odio no será bueno
para mí. Por lo tanto, si me enfurezco y con mis palabras te
envío todo mi veneno emocional, las estoy utilizando en mi
contra.
Si me amo a mí mismo, expresaré ese amor en mis relaciones contigo y seré impecable con mis palabras, porque la acción
provoca una reacción semejante. Si te amo, tú me amarás. Si te
insulto, me insultarás. Si siento gratitud por ti, tu la sentirás por
mí. Si soy egoísta contigo, tú lo serás conmigo. Si utilizo mis
palabras para hechizarte, tú emplearás las tuyas para
hechizarme a mí.
Ser impecable con tus palabras significa utilizar tu energía
correctamente, en la dirección de la verdad y del amor por ti
mismo. Si llegas a un acuerdo contigo para ser impecable con
tus palabras, eso bastará para que la verdad se manifieste a
través de ti y limpie todo el veneno emocional que hay en tu
interior. Pero llegar a este acuerdo es difícil, porque hemos
aprendido a hacer precisamente todo lo contrario. Hemos
aprendido a hacer de la mentira un hábito al comunicarnos con
los demás, y aún más importante, al hablar con nosotros
mismos, no somos impecables con nuestras palabras.
Libro "los Cuatro Acuerdos Toltecas"
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