martes, 26 de marzo de 2019

Trascender al ego

Ego, viene de la palabra del latín “Yo”. Hay muchas definiciones para ego. Para la psicología, es el objeto psíquico a través del cual nos reconocemos como un yo, es decir consciencia de la propia identidad en el plano físico.
El ego surge en el momento en que nacemos, nosotros estamos unidos a nuestra madre, sin identidad, y cuando nos arrancan del útero de nuestra madre, comienza el ego, se produce la herida, te sientes separado de la totalidad y surge este mecanismo de supervivencia.

Y este instinto de protección, tiene su función cuando somos pequeños, por que es instintivo, e inconscientemente, buscas protección, seguridad, amor, mantenerte vivo... Pero cuando empiezas a ser independiente, el ego se queda obsoleto, por que estamos operando con mecanismos de supervivencia, cuando ya no necesitamos sobrevivir, si no simplemente vivir. Estamos distorsionando la realidad de una manera que ya no le corresponde y utilizando el miedo como propulsor de nuestra vida.
El ego es ignorancia, es falta de conoci-miento, es el que se interpone entre tú y tu semilla, tu ser, tu verdadera esencia, que ni siquiera sabemos que tenemos, hemos perdido la conexión con nuestro verdadero potencial. Igual, que tampoco sabemos que estamos viviendo desde el ego. En definitiva, vivimos desde la inconsciencia total.

Somos esclavos de nuestros senti-mientos y de nuestras reacciones. Vivir desde el ego es vivir como un autómata, reaccionando a todo lo que el ego cree que no tendría que suceder o lo que se sale del esquema mental del este, que es muy limitado.

Hay tantos egos como personas hay en el mundo, cada uno tenemos el nuestro, de ahí el
camino interior y conseguir nuestras propias respuestas. Esta mentalidad prefabricada y distorsionada dependerá de el sitio dónde nacemos, las creencias que recibimos, nuestros padres, colegio, idioma, equipo de fútbol, valores, objetivos...
La ignorancia del ego nos lleva a buscar fuera, lo que ya tenemos dentro. Seguimos con el patrón de creer, que lo que nos hace falta está fuera, que lo que tiene que cambiar es lo de fuera. La realidad no nos satisface, nuestra historia no nos satisface. Nos hemos reducido a eso, una pequeña historia, que nos contamos en nuestra cabeza.

Juzgamos la realidad en base a como el ego cree que tendría que ser. Por eso es tan agotador vivir desde el ego. Por que es muy difícil luchar contra la realidad, lo que sucede, lo que es. Yo diría que imposible.
Lo que no sabe el ego, es que la felicidad surge, cuando el se hace a un lado. Pero cuestionar esto es desmontar los pilares por los cuales se sustentan nuestras creencias.
La máscara es la personalidad que nos creamos por miedo, como contaba arriba, que sale del instinto de supervivencia. Surge la identidad, la personalidad, dependiendo del tipo de herida que hayamos ido recogiendo a lo largo de nuestra vida y como las hayamos interpretado.
Hay quien busca seguridad, hay quien busca amor, reconoci-miento, conflicto, hay quien evita el dolor interior y nunca para de hacer cosas, hay quien tiene 20 títulos, por que necesita aprobación externa, no estoy conforme con la persona que soy o no me quieren tal como soy, creo un ideal de como debo de ser y de ahí se crea la auto exigencia y la búsqueda de la excelencia (para que los demás me quieran)… Pensad que no hay suficiente amor en este mundo para llenar el vacío de una persona que no se ama así misma.
Por eso vivimos en un gran teatro, máscaras que se relacionan con otras máscaras. No nos comportamos igual con nuestro jefe, que con el panadero, que con un mendigo, vamos sacando la mascara que más nos conviene en cada momento.
El ego es egocéntrico, siempre quiere más, es insaciable, tanto en amor, como en dinero, como en objetos. Para el ego nunca es suficiente. ¿No habéis notado esa sensación de, falta algo? Es el ego pidiendo más. Hay veces que se lo que es y hay otras que ni siquiera se lo que falta.
El egocentrismo del ego se refleja en nuestras relaciones. Los demás no se comportan conmigo como deberían comportarse, sufro por que los demás no actúan como yo esperaba, me enfado por que ascienden a mi compañero antes que a mi, a ti te quiero por que siempre te portas bien conmigo. Una conducta totalmente infantil e impulsiva. Y nos lleva a reaccionar antes las personas o situaciones, una vez más, creemos que tiene que cambiar el entorno, pero no hacemos el ejercicio de responsabilidad de mirarnos a nosotros mismos.

Somos esclavos de nuestras reacciones emocionales y por consecuente somos esclavos de las situaciones que generamos. Nos creemos que todo el mundo está en contra nuestra o las situaciones quieren fastidiarnos, pero como hemos visto, en última instancia, solo tu te puedes perturbar, solo tu te puedes causar daño emocional.
Como librarnos del ego
Identificar el ego, el pensa-miento incesante, la charla interna, la voz independiente que tenemos dentro de nuestra cabeza y las emociones que nos genera. Observar los pensa-mientos limitantes y las barreras mentales, sin juzgarlos, como si fuera una tercera persona la que esta observando nuestros pensa-mientos. Observa la cárcel que el ego nos impone, por que creemos que somos libres, pero vivir desde el ego es vivir en una cárcel mental auto impuesta. Observa esta cárcel.
Una buena forma de identificar el ego, es hacer una pequeña práctica. Apaga tu móvil durante una semana. La voz interior que te diga que lo enciendas y que revises tus notificaciones y la ansiedad que eso provoca será tu ego. Si logras la hazaña estarás un poco más libre de ego. Por eso para librarnos del ego requerimos desintoxicarnos de todos los venenos a los que seamos dependientes.
Otra manera muy potente de identificarlo, es estar en el presente, aquí y el ahora, el único sitio donde existe la vida y el único sitio donde el ego pierde su función. O lo que yo llamo estar en lo grande y lo diminuto. Consiste en que, supongamos que yo quiero ir de mi casa al trabajo, yo le doy esa orden a la cabeza, y el tiempo que transcurre entre medio, lo dedico en las pequeñas cosas, al presente, a las sensaciones del ahora, en disfrutar del camino. Todo lo que te saque de ese estado de presencia, es el ego.
Observar cada pensa-miento cada dolor y analizar de donde viene, ¿qué es lo que no estoy aceptando? ¿Qué es lo que tengo que aprender, de esto que me ha traído la vida? Observar la constante obsesión del miedo al futuro y el anhelo al pasado. Por eso nuestros pensa-mientos la mayoría del tiempo están en estos lugares inexistentes. Simplemente son proyecciones de lo que un día fue nuestro presente, observa los mensajes, sin juzgar. Observa como el ego crea tensión, ese dolor que genera y tirar de él, para averiguar de dónde viene y cual es la causa raíz.
Comprender el ego, ya que una parte de este es bueno y es la que nos previene de que te caigas por un precipicio, o que metas la mano en el fuego. Pero más allá de estas percepciones, comprender el mecanismo que sigue el ego, ya que este es absurdo.

Si estás en un atasco de tráfico hacia el trabajo, enfadarte o ponerte nervioso no va a cambiar nada. Pitar y perturbarte no va hacer que el atasco se disuelva. Entender al ego es disfrutar del atasco.
Sanar la herida es el último paso después de comprender al ego. Te perdonas por como actuaste aquel día con tu jefe. Perdonas a otras personas por haber actuado como han actuado, por que entiendes el mecanismo, desde donde actuó la persona, ves más allá y observas a la persona tal y como es, sin filtros mentales. Aceptas lo que te sucede y agradeces todo lo que la vida te trae para aprender.
Para terminar, y bajo mi experiencia, diré que el ego es exactamente lo que no somos. Que cuando se trasciende aparece tu verdadero ser. Esa es la libertad, observar el mundo sin etiquetas, sin prejuicios. Que descanso.

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