sábado, 30 de marzo de 2019

El poder de cambiar el mundo

Cuando señalamos a otro como “persona tóxica” no hacemos otra cosa que responsabilizarle de nuestro malestar, de nuestro sufrimiento… ¿Cuál es el principal efecto que tiene eso?.. Pues que, al creer que la causa está fuera, dejamos de buscarla dentro… -Bien- me dirás, -¿Y cuál es el problema?- Pues que al asumir que otro es el causante de mi sufrimiento, debo asumir también que ese otro puede hacerme sufrir cuando y cuanto quiera, que ese otro tiene todo el poder sobre mí. Entonces veo la vida como una película de pistoleros, veo a los otros disparando a mis pies y yo bailando al son que marcan sus disparos.
Los humanos nos consideramos seres inteligentes y nos consideramos parte de “La Vida” pero, inexplicablemente, no consideramos inteligente a “La Vida”. Aceptar lo que “La Vida” nos va presentando, es lo que muchos no-creyentes llaman “fluir” y los creyentes llaman “confiar en Dios”. Rechazar lo que nos presenta “La Vida” implica creer que podemos resistir la corriente… ¿Hasta cuándo?
Si aceptáramos, sin más, lo que “La Vida” nos va presentando, nuestro “aprendizaje”, nuestra evolución sería de lo más fácil.. ¿Esforzarse en nadar contra corriente no es ya sufrir?.. Pero con cada rechazo estamos afirmando que nuestro plan de estudios particular es mejor que el plan que nos presenta “La Vida”… -¿Y cuál es el problema?- me dirás. Pues que hay 7000 millones de planes particulares. El plan de “La Vida” contempla “lo que es bueno para todos” pero el plan de mi ego contempla “lo que creo que es bueno para mí”, y recalco lo de “creo” pues, siendo yo parte de TODO, ¿Cómo podría ser bueno para mí lo que no es bueno para todos?
Cuando señalamos a otro como “tóxico”, no pretendemos otra cosa que poner distancia, cortar nuestro vínculo con él. Si nos imaginamos, a nosotros mismos, como neuronas que forman parte de una vasta red neuronal que llamamos TODO, o Dios, o Universo, o Vida, señalar a otro como “tóxico” no es más que cortar otro de nuestros enlaces con la red, lo cual reduce la información que recibimos.
Hace años me separé, cansado de discutir con mi esposa. Regresé a mi casa, imaginando una vida más tranquila, pero pronto me vi discutiendo con mi madre. Podría haber concluido rápidamente que ellas eran “las malas” y yo “el bueno”, pero eso hubiera sido asumir que no tengo el poder de cambiar mi estado mental. La alternativa era autoexaminarme… ¿Cómo es posible que continúen los disparos, que se repita la película habiendo cambiado los actores?.. Esta pregunta me llevó a descubrir que la gran asignatura que todos tenemos que aprobar es “La no reacción” y que ellas eran las maestras que “La Vida” me había asignado.
La “no reacción” es la más alta manifestación de inteligencia, de libertad, porque supone no “engancharse” a la baja vibración que emite otro -Enfado, miedo, violencia-. Supone no dejarse arrastrar, mantener la independencia, la serenidad, la paz, y eso ya sería razón suficiente para aceptar el plan de estudios que propone “La Vida”… Pero es que aún hay más: Al no “copiar” la reacción del otro, al no entrar en fase con la baja energía que emite el otro, esa baja frecuencia no se amplifica sino que, al contrario, se anula -Eso lo saben bien los que trabajan con electricidad-. Entonces ves que el enfado, el miedo, la violencia que emite el otro, decae rápidamente. Entonces ves que el otro está en paz y tú también.. ¡Y te das cuenta de que tienes el poder de cambiar el mundo!
-¿Me estás diciendo que no tengo la libertad de seguir mi propio plan y, a la vez, que estoy obligado a seguir un plan que me lleva a la libertad?.. ¡¿Que estoy obligado a ser libre?!- Te estoy diciendo que tienes la libertad de aceptar ahora el plan que te propone “La Vida” o de posponerlo, eso es el libre albedrío, pero tarde o temprano, tendrás que retomar lo que has pospuesto, porque eso te lleva a la sabiduría, a la paz, y ese es nuestro derecho… ¿Qué clase de neurona exigiría la libertad de estar en permanente conflicto con las otras neuronas?.. Solo aquella que, al haberse desconectado de la red, no recibe información de la red y ha olvidado que es parte de la red… ¿Qué clase de persona exigiría la libertad de estar en permanente conflicto con los otros seres que forman TODO?.. Solo una persona enferma, intoxicada, que ve a las otras como “personas tóxicas”.
josé miguel ruiz valls

No hay comentarios:

Publicar un comentario