sábado, 30 de marzo de 2019

La boca es la llave de la libertad.


No nos educan para la grandeza.
Nos educan para la esclavitud.
Se nos enseña matemáticas, lenguas, gramática, economía y ciencias informáticas.
Lo necesario para ingresar al mundo laboral y allí competir salvajemente para subir "alto".
Crecemos y vivimos llenos de creencias limitantes que nos han inculcado sutilmente.
Como a los elefantes del circo que creen que están atados a un poste inamovible pero que podrían derribar en el primer intento.
Pero ni lo intentan porque creen que es imposible.
El condicionamiento fue exitoso.
Así se controlan a los elefantes en los circos y así se controlan a las grandes masas humanas.
El control es de las mentes.
Por medio de las creencias.
Creemos que la fibromialgia es incurable y por eso tomamos medicinas de por vida.
Creemos que la vitamina B12 se encuentra sólo en los alimentos animales y por eso seguimos comiendo carne.
Creemos que la vacuna nos protege contra la gripe y por eso nos vacunamos todos los años.
Que necesitamos un diploma universitario para asegurar nuestro bienestar económico y por eso gastamos una fortuna para completar una formación académica.
Que el dinero corrompe a las personas y a los gobiernos y por eso es el origen de las grandes desigualdades.
Y que se lo debe ganar con grandes sacrificios porque ese el camino de los honestos.
Toda educación se hace con palabras.
Palabras que se repiten una y otra vez.
Hasta que las creemos.
Mantras.
Afirmaciones.
Plegarias.
Repetidas decenas, cientos de veces en las jóvenes mentes hasta que logran su aceptación.
Una vez que la semilla cae en la mente y se la cultiva se convierte en un árbol.
Y si seguimos diciendo las mismas frases alimentaremos al árbol que seguirá creciendo porque todos los árboles crecen y crecen hasta que mueren.
Vivimos y morimos por nuestras creencias.
Por eso en la vía de la macrobiótica seleccionamos las palabras con la misma diligencia con la que elegimos los alimentos.
Los sabios de la antigüedad intentaron advertirnos.
"No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios".
Las palabras crean los condicionamientos.
Por eso la boca es la llave de la libertad.
Quien aprende a usar esta llave logra todo lo que desea.
Pero quienes usan mal esta llave se encierran voluntariamente en la prisión de la enfermedad, la pobreza y el temor.
Y cada día vuelven a encerrarse.
Porque dicen las mismas palabras que sus padres, abuelos y bisabuelos.
Y educamos a nuestros pequeños para que sigan las mismas tradiciones de la familia y del país.
Porque creemos que es lo mejor para ellos.
Pero sólo el que cree en su propia grandeza puede expresarla.

-Martín Macedo-

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