Tu cuerpo habla. Enric Corbera.
Es bastante paradójica la manera en que los seres humanos habitamos este planeta y al mismo tiempo nos sentimos desvinculados de todo lo que nos rodea. Pensamos que las situaciones, circunstancias y personas que encontramos en nuestra vida, aparecen como algo fortuito, que son cuestiones del azar y en el caso de una enfermedad, no es la excepción; creemos que simplemente sucedió porque nos tocó en el sorteo, porque en algún lugar misterioso se barajan las cartas que nos toca jugar y sólo somos títeres arrastrados por la fuerza ciega del destino.
Nada más ajeno a la realidad. La verdad es que nosotros estamos creando constantemente nuestra vida, desde los programas que llevamos a nivel inconsciente y que, precisamente, se proyectan en las circunstancias, situaciones y personajes que se cruzan en nuestro camino.
Todo lo que vemos nos habla del contenido de nuestra mente, el mundo es una pantalla cuántica en la que vemos reflejados nuestros pensamientos y la percepción que tenemos de la realidad. Todo lo que sucede en el universo ocurre con una exactitud matemática, “el azar es el nombre que le damos a las fuerzas que desconocemos”. (El Kybalión)
El abordaje que la ciencia y la medicina moderna hacen de la enfermedad es tan reduccionista y miope como la concepción misma que tienen del ser humano, un ente desprovisto de espíritu, mente y emociones, que básicamente, pasa a definirse como un conglomerado de células que a veces fallan por factores aleatorios, desencadenando una enfermedad. Esta es la visión materialista de la ciencia. Si no comprendemos que el ser humano tiene una naturaleza integral compuesta por varios niveles de consciencia y de existencia, y que el cuerpo material es el vehículo a través del cual formas más sutiles se expresan, entonces, tampoco vamos a poder comprender en qué consiste el proceso de la enfermedad. Desde esta perspectiva es posible afirmar que todas las enfermedades, sin distinción alguna, son psicosomáticas; esto significa que tienen su origen en la mente y las emociones.
Vale la pena advertir que no se trata de la tergiversación que se hizo de algunas de las ideas relacionadas al psicoanálisis, que, de hecho, sirvió para sentar las bases de los métodos de indagación que se desarrollaron posteriormente relacionados con el bienestar emocional. Uno de esos enfoques es la Descodificación Biológica, un acompañamiento terapéutico que busca ayudar al paciente a descifrar la causa de sus síntomas, tomando como insumo su historia personal y familiar para identificar vivencias determinantes y el conflicto emocional que se generó a partir de ellas, con el fin de liberar el estrés sufrido mediante la toma de consciencia.
La somatización, es decir, cuando un conflicto emocional se expresa en el cuerpo a través del síntoma, se produce cuando no podemos gestionar el dolor y el sufrimiento provoca un shock emocional que nos sobrepasa. Las emociones quedan ancladas, cristalizadas en el cuerpo generando un bloqueo en los procesos biológicos.
Varios pasos más allá, está la Bioneuroemoción, un abordaje terapéutico que propende por una visión unificada del ser humano como un ser integral, compuesto por cuerpo, mente, emociones y espíritu. Tomando como punto de partida el diagnóstico del paciente, se realizan una serie de preguntas muy concretas para identificar programas tóxicos en el inconsciente y creencias limitantes que se están viendo reflejadas en el síntoma. Este método busca darle un sentido a la enfermedad, a través del análisis de nuestras relaciones, vivencias y situaciones; visto en conjunto, se trata de darle un sentido a nuestra historia personal. Es absurdo ver al paciente como un elemento aislado, que presenta unos síntomas que aparecieron de forma arbitraria; para alcanzar a dilucidar el verdadero sentido que está expresando con su cuerpo, es necesario observarlo dentro del ecosistema que es la familia, amigos, pareja y el entorno en el que se desenvuelve.
Para aprender cuáles son los fundamentos de la descodificación biológica, recomiendo mucho la lectura del libro “Mi cuerpo para sanarme”, de Cristian Fleche. Uno de los principios que explica es que “toda enfermedad es una solución biológica de supervivencia” y le traslada al lector la pregunta: ¿qué resuelve esta enfermedad? A partir de allí, comienza la búsqueda de la necesidad oculta que la sustenta y su propósito como recurso reparador de un conflicto.
En la programación mental de la persona está la clave para descifrar el sentido de su enfermedad. Al respecto quiero citar otro libro maravilloso que se llama “La biología de la creencia”, de Bruce Lipton, que dice: “Todo lo que vives en la adultez es básicamente la expresión de lo que aprendiste antes de los 6 años. Todos hemos sido programados pero no vemos esos programas porque están en el inconsciente”.
Esto nos habla de la necesidad de desaprender las creencias erróneas que respaldan una programación nociva, antes de querer reemplazarlas por conductas más sanas.
“Una creencia no es algo que la mente posee, es algo que posee a la mente”. (Enric Corbera)
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