PRIMERA ETAPA- EL JUICIO MECÁNICO
Es un juicio que se edifica desde los reflejos, no desde el intelecto ni el pensamiento. Siendo este juicio el más parecido al que podemos observar en un recién nacido, donde el mismo no se cuestiona nada, actuando siempre de forma puramente mecánica o en respuesta a un determinado estímulo.
Desde la macrobiótica, podríamos identificar esta etapa de forma muy similar, producto de aquellas personas que caminan siempre junto al resto de la sociedad, sin preguntarse ni cuestionarse nada, sólo siguen el cauce de un río que les transporta a través de la periferia de una aparente plenitud, carente de fundamento alguno.
Ohsawa decía que las personas que vivían esclavas de trabajos que no les hacían felices, estaban clasificadas en este juicio mecánico.
Más centrado en la alimentación, también se trataría de una alimentación superficial, donde lejos de escuchar las necesidades de nuestro organismo, nos limitamos a beber porque tenemos sed y a comer cuando tenemos hambre, siguiendo nuevamente una conducta puramente mecánica.
SEGUNDA ETAPA- EL JUICIO SENSORIAL
En esta etapa del juicio, descubrimos el mundo, alzándose desde nuestros sentidos, observando a su vez como un sin fin de nuevas percepciones se materializan en nuestras vidas, meciéndose a manos de la dualidad. Aquello que nos gusta y aquello que no nos gusta, nos impulsa a un juicio constante, donde la elección siempre es un punto álgido en nuestra forma de comportarnos, ver y sentir.
Es un juicio que brota hacia el exterior, sin albergar grandes conocimientos ni planteamientos, sólo descubrir y experimentar.
Las Personas que se encuentran en esta etapa, a menudo son presas de la gula, alimentándose de forma compulsiva y golosa.
TERCERA ETAPA- EL JUICIO SENTIMENTAL
Llegados a este nivel, el recién nacido comprende la importancia de la figura paterna y materna, creando así un lazo sentimental. Todo entonces se rige desde las emociones creadas a partir de dicho vínculo.
Nuestra alimentación se vuelve más refinada y selecta, como si de un gourmet se tratara, pero siempre en compañía de familiares o amigos.
CUARTA ETAPA- EL JUICIO INTELECTUAL
Ahora todo en nuestras vidas toma un sentido profundamente intelectual, así como nuestra alimentación, basada en diferentes teorías que nos empujan a alimentarnos de una forma u otra.
Así que nos dejamos llevar por una teoría nutricional y establecemos una serie de creencias a partir de la misma, configurando de forma muy técnica y calculadora nuestra alimentación.
Las personas que se pasan el día obsesionadas con la cantidad de calorías que necesitan, el si han ingerido pocas o muchas proteínas, o si quizás pueden andar justos de alguna vitamina, suelen ser prisioneros de este juicio intelectual, que sin saberlo les aleja de la verdadera plenitud.
QUINTA ETAPA- EL JUICIO SOCIAL
En esta etapa del juicio nos acogemos a una serie de valores morales, donde nuestra visión deja de estar fijada sólo en nosotros mismos y se proyecta de una forma global. Partiendo de una conciencia basada en la igualdad y el bienestar social.
Nuestra alimentación también se transforma tomando una conducta más conformista, que no pretende destacar, sino ser uno más.
A diferencia del juicio mecánico, donde las personas se venden e infravaloran, aquí todo parte de la convicción y la voluntad.
SEXTA ETAPA- EL JUICIO IDEOLÓGICO
Cruzando esta nueva etapa, hayamos al filósofo y pensador, que busca constantemente el sentido de su existencia, desde una óptica espiritual y filosófica.
El sentido de su alimentación, está proporcionado por su vía de conocimiento, que sigue con detenimiento y profundidad durante cada instante de su vida.
Dentro de la alimentación, tan solo busca lo indispensable y necesario para seguir su ideal, aspecto que en muchas ocasiones conduce hacia el fanatismo y la carencia de una percepción más amplia.
SÉPTIMA ETAPA- EL JUICIO SUPREMO
El juicio supremo o lo que en el budismo zen llamaríamos "satori", es el más elevado de todos los niveles de conciencia, aquel que nos conduce hacia la libertad infinita, siempre a manos de la comprensión de todos los fenómenos que interactúan en el universo.
A través de la macrobiótica, podemos alcanzar esta etapa y vivir desde la plenitud, la aceptación y la no dualidad. De esta forma, ya no sentimos miedo a la enfermedad, puesto que la misma es una parte de nuestra vida, así que nos limitamos a observarla, comprenderla y tratarla, como una parte intrínseca de nuestra existencia. Sólo de esta forma, podemos sanarnos sin necesidad de acudir a los fármacos u otros remedios nocivos para nuestro organismo.
A su vez este juicio nos muestra la senda hacia la divinidad, puesto que todos podemos ser divinos y vivir desde las más perfecta armonía con la naturaleza y el resto de seres vivos que comparten su vida con nosotros.
En cuanto a nuestra alimentación, el juicio supremo nos enseña a comer aquello que deseemos siempre que apliquemos los principios unificadores de yin y yang. Nada está realmente prohibido, y en dicha libertad reside la base de esta formad de entender la vida. En definitiva, una vía hacia el amor universal y el bienestar más preciado para nuestro cuerpo y mente.
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